I Keep on Falling [AleMex]

Capítulo ocho.

"Rollin with a bad chic. I don't ever show it. Feelings got too deep yeah"

Todos tenemos esa intuición de cuando algo no está bien, que hay un secreto o simplemente que algo malo va a pasar. También pasa lo mismo con tus conocidos. Se sabe cuando algo no anda bien con sus queridísimos amigos. Obviamente no siempre pasa esto, cuando realmente conoces y quieres a alguien, sabes que un repentino cambio de personalidad o algún hábito extraño pueden significar que algo no anda bien. Esto mismo pasaba con algunos hispanos; estos se encontraban algo curiosos por el repentino cambio de personalidad de su.... ¿primo?, ¿hermano? ¿O amigo? Realmente no tienen alguna relación sanguínea ―nadie aquí la tiene―, pero en sus corazones sabían que todos sus vecinos latinoamericanos eran más que conocidos o amigos. Se consideraban algo así como hermanos, hermanos que se aman y a veces se odian. Han tenido sus altibajos y sus altos pero a fin de cuentas siempre han estado juntos. Geográficamente están pegados como chicle, así que no es tanto una ironía.

Chile había estado hablando con México últimamente durante grandes llamadas, sin embargo él nunca hablaba de su vida, solo de cosas triviales, y cuando él mencionaba sobre su relación y de cierta infidelidad ―que el norteamericano ya le había contado― simplemente cambiaba de tema rápidamente. Obviamente, como buen hermano que lo conoce de toda la vida decidió ir a ver que pasaba con él y porqué estaba tan misterioso y distante con toda su "familia". Vamos, él conocía al mexicano desde que prácticamente eran "bebés". Lo había acompañado durante toda su vida: cuando se vomitó por ir en carruaje, cuando le dio fiebre por un balazo en el brazo, cuando le dio diarrea por el "chimichurri" de argentina, cuando se cayó del caballo y se le bajó el pantalón; prácticamente lo había acompañado junto con sus hermanos toda una vida, así que sabía qué cosas podía llegar a hacer, qué cosas nunca haría y qué cosas se traía entre manos, y definitivamente esta última era la que lo despistaba.

Sabía de antemano las relaciones que había tenido su hermano, y claramente como estas terminaron. México era el tipo de persona que daba buenos consejos pero que nunca los seguía. Sin irnos tan lejos él simplemente consolaba y apapachaba cuando uno estaba mal y te decía que puedes hacer para no sufrir o remediarlo, cosas que claramente funcionaban, tener 210 años definitivamente te hacía alguien sabio y de palabras. Y aunque no tuvo tantas parejas ―máximos tres relaciones largas― daba buenas frases de ligue y consejos románticos para aquellos que querían conquistar al amor de su vida, Perú los comprobó cuando se ganó el amor de Nueva Zelanda, no duraron mucho pero terminaron bien.

Dado su instinto de señora chismosa y las anteriores peleas maritales que había oído de antemano, decidió no acceder a ir a visitarlo porque le daba "paja" o "fiaca" Pero no contó con la grata visita de Argentina que lo sacó de una patada para ir a su aeropuerto. Con mocos por el frío y con prácticamente nada ―solo una blusa y unos calzones que Arg le metió en una mochila― subió obligado al avión que iba directo a Estados Unidos para de ahí ir directo a San Petersburgo. Todo sea por el chisme...

[...]

Estaba haciéndose "pato" en su sofá mientras veía la repetición de "¡Sabadazo!" en su celular cuando de repente escuchó tocar su puerta.

"¿Ora?"

Se levantó a abrirle a la persona que estuviera detrás de la puerta de roble, aunque ciertamente conocía y esos específicos golpes arrítmicos de algún lugar.

Al voltear la perilla de la puerta y abrirla completamente se encontró con alguien que definitivamente no esperaba ver.

Ambos latinos se miraron, se analizaron y el más alto le soltó un chiflido coqueto y una miraba laciva —no le interesaba de manera romántica, para nada, era sólo que se veía muy bien y... sexy—.