I Keep on Falling [AleMex]

Capítulo veintiséis: El fin de la obsesión

Dedicado a:

_Liz_7u7

Melanny605

maplestaco

kimeragui

_Issel_

¡Gracias por seguir leyendo este historia! Me pongo muy feliz cuando en mis notificaciones veo sus ussers, o cuando los veo en otros fics que leo, jaja XD

Advertencias: Este capítulo contiene descripciones gráficas de accidentes.

[...]

Pasmado y encandilado miró a la ventana en busca de ayuda, pensaba en gritar. El contrario estaba desquiciado y él no iba a creer ciegamente en sus palabras. Sus pelos se pusieron de punta cuando el auto aceleró sin rumbo fijo. ¿Lo iba a secuestrar?

—Dios, cálmate por favor. ¿Me quieres matar?

—En un inicio lo iba a hacer, pero ahora ya no.

El auto parecía no tener control, se tambaleaba por las calles arrasando con todo lo que tuviera enfrente. Se comenzaba a marear fuertemente, pues Polonia daba giros inesperados en cada avenida. No sabía si ese era su plan, quizás esos momentos serían los últimos de su libertad, antes de ser privada de ella. Fuese lo que fuese, iba a luchar hasta el final. Y no se daría por rendido ante la búsqueda de su amado.

Mientras el contrario movía el volante con una sonrisa de oreja a oreja, México intentaba romper o zafar de alguna manera el seguro de la puerta. No tenía algún utensilio para desbloquearlo como en aquellas películas de espías. De un momento a otro vino a su mente la idea de romper el vidrio y escapar por la ventana. Fingía llorar para distraer al europeo, mientras analizaba todo lo que llevaba en el auto. A punto de abrir el cajón delantero la mano pálida del polaco lo detuvo.

—Ya sé que estás haciendo, no toques ahí. —avisó con una mirada que nunca había conocido de él. Parecía enojado, pero con un toque de miedo y locura.

Sus ideas de escapar flaquearon, pero no se iba a dar por vencido. Trataba de ver todas las posibilidades de huir con los pocos objectos que tenía. Metió una mano en sus bolsillos, allí encontró una moneda de diez pesos y dos de uno. En el trasero, solo estaba su cartera y lo que quedaba de su teléfono, que ahora contaba con la pantalla táctil rota. Con rapidez, cambió de asiento a uno de la parte de atrás, quería comprobar si su móvil seguía funcionando, porque si era así, tendría una oportunidad de salir de esa situación.

La pantalla iluminó su rostro cansado, mostrando en sus notificaciones miles de mensajes del estadounidense y de algunos otros países. De inmediato entró al panel de llamadas de emergencia.

—¿Qué haces?

Con rapidez tecleó aquel número que conocía bien, y con miedo espero escuchar la voz desde la otra línea. Su pánico se apoderó de su cuerpo cuando Polonia dirigió la mirada a dónde estaba, lo había descubierto.

—Baja eso y cuelga...

—No

—¡Hazlo ahora!

Entonces escuchó una voz

—¡Hi there!

—¡U.S.A! Este loco se acaba de desquiciar, estamos en un auto. Necesito que vengas a parar esto.