I Keep on Falling [AleMex]

Capítulo dieciocho.

"I keep on fallin into pieces every day"

A veces quisiera saber que sería ser él, y ver que es lo que mira tras esos ojos aguamarina que parecían de cristal, como aquellos que usan las muñecas de porcelana. Igualmente, este hombre parecía una muñeca de porcelana, con rasgos tan finos y una piel impecable, tersa y suave, probablemente si la tocara se sentiría como tocar terciopelo. Su piel tan blanca como la leche le parecía tan extraña y como un buen güero, si se ponía al sol parecería un camarón. Estaba comparándose con el polaco, ahora entendía la razón de su engaño ―que por obvias razones seguía sin perdonar y tampoco lo haría―, era un chico muy bello. Él, por ejemplo, era muy distinto, con rasgos toscos y nada delicados, ojos tan oscuros que te calan el alma, y una piel tan lastimada, con acné y llena de cicatrices y enrojecimientos de golpes pasados. Su piel trigueña que en algún momento intentó blanquear a toda costa por sentirse inferior. Se sentía tan horrible y asqueroso que se intentaba tapar la cara con unos papeles mientras Polonia le hablaba sobre lo ocurrido.

―Y bueno, yo no sabía que él vivía contigo, nunca me lo imaginé. Yo, sé que no es mi culpa, pero debí haber investigado más.

―No te preocupes.

―Es que, también tengo miedo de meterme en lo que no me corresponde y que al final me suceda algo, todo en este mundo es tan peligroso, y todos somos tan frágiles.

―Yo pienso que todos somos fuertes―decía mientras tomaba una almohada y tapaba sus piernas―, solo que siempre va a haber algo que no sabemos manejar. No podemos con todo.

El polaco lo miró y le dedicó una sonrisa.

―Hey, eso me gusta.

De la pena tras haber recibido aprobación se hundió todavía más detrás de los papeles y hizo pequeño su cuerpo, irguiéndose.

―Solo digo.

―¿Te hago sentir incómodo?

―¿A qué te refieres?­―comentó en un susurro.

―Estás muy nervioso y tenso. Sé que es difícil tan siquiera verme, fui la persona con la que te engañó nuestra expareja. Si no te sientes a gusto aquí podemos ir a otra parte, y si no te sientes bien conmigo, me puedo retirar.

―¡No, no, no! ¡No es eso!

―Yo, no estoy enojado contigo México, te respeto bastante y me preocupo por ti y por mí―tomó las manos del contrario que todavía sostenían el corrugado papel y las bajó, para ver así cara a cara al mexicano―, solo quiero ser tu amigo.

Un potente sonrojo apareció en el rostro del sangre azteca, seguido de un shock y lo que probablemente fuera algún signo de paro cardiaco próximo.

―¿Te sientes bien?

―¿Por qué eres tan bueno?―gruesas lágrimas corrían de nuevo por sus mejillas.

―Por favor no llores.

Su pulgar recogió las lágrimas del moreno de manera tierna y lenta.

―Eres tan hermoso.