Capítulo 29

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Capítulo 29




Palacio de Verano, Delphys – 1.836




—¿Lo habéis conseguido?

La teniente Lynette Olvian les estaba esperando en el aparcamiento de la villa de Delphys cuando llegaron. La militar había tenido la tentación de seguirles para ofrecerles su apoyo, además de vigilarles, claro, pero Liraes le había recomendado que no lo hiciera. Verse involucrada en el robo de documentación a un maestro tan destacado como Laurent Malestrom podría complicarle notablemente las cosas. Así pues, no había tenido más remedio que quedarse en la villa junto al resto de los miembros del grupo de estudio, esperando con ansiedad su inminente llegada.

—Creo que sí —respondió Iván tras bajar del coche y cerrar la puerta—. Tengo que confirmarlo, pero algo hay.

—¡Genial!¿Ha ido todo bien? ¿Os han visto?

—Ha ido bien —confirmó Nessa. Le lanzó las llaves y entró en la villa tras Iván, algo más animada que su compañero—. Tenemos que revisar todo el material, pero estoy convencida de que algo sacaremos. ¿Sabemos algo de Iris?

Se detuvieron en el vestíbulo de entrada para evitar que el resto de colaboradores escuchasen la conversación. Por decisión de Sebastian, nadie debía saber absolutamente nada de lo ocurrido aquella mañana fuera del grupo implicado.

—Salió hace veinte minutos aproximadamente —informó Lynette para tranquilidad de Nessa e Iván—. ¿No os ha dicho nada?

—No nos ha informado, no —respondió Iván con cierta sorpresa—. Bueno, no importa. Mientras esté de camino, lo demás da igual.

Lynette asintió.

—Por favor, necesito que reviséis toda la documentación lo antes posible. Es importante que mantengamos la discreción en todo momento, así que, una vez tengáis resultados, nos los transmitiréis primero al Almirante y a mí. En base a ellos valoraremos la forma de compartir la información con el resto del grupo.

—Nos pondremos a ello de inmediato —aseguró Nessa—. ¿Dónde podemos ir?

Iván y Nessa se instalaron en una de las salas de reuniones de la planta baja, lejos de donde el grupo de trabajo seguía con el estudio. Habían traído consigo un total de tres cuadernos, pero en sus mentes había mucho más. Ambos habían aprovechado el tiempo para indagar, y aunque no habían logrado responder todas las cuestiones que hubiesen querido, nuevos interrogantes les impedían pensar con claridad.

—"Didizeth" —exclamó Nessa, mostrándole el cuaderno rojo—. Aún no lo he abierto, pero ya siento escalofríos.

—Puede ser muy interesante —reflexionó Iván—. De ahí seguro que sacas algo, estoy convencido. Yo me he decantado por sus cuadernos más actuales. En uno de ellos aparece tu nombre en varias ocasiones, así que doy por sentado que voy por buen camino.

Ambos se sumieron en una profunda lectura que les mantuvo en silencio durante largo rato, sumergiéndose en el conocimiento de Laurent Malestrom. Sobre Didizeth había muchas incógnitas, sobre todo respecto a su etapa más presente. Desde que abandonase el reino de Nymbus donde había permanecido temporalmente, Malestrom había perdido su pista, dando por sentado que la hallaría por las tierras de la brujería, al otro lado del océano. De su etapa más temprana, sin embargo, había mucha información. Según Malestrom, en tiempos pretéritos Didizeth había formado parte del orfeón de Tejedoras de la Torre del Destino. De todas, ella era la de mayor talento, con una mente privilegiada y un don para hilar el destino como nadie. Era la más prometedora de todas. De hecho, tal era su don que los dioses la eligieron para tejer el futuro de los hombres. Un futuro que en gran parte estaba definido por los dioses, pero en el que de vez en cuando Didizeth cometía alguna de sus travesuras y añadía sus propias ideas sin consultar.

Dioses del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora