Capítulo 9

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Capítulo 9



Cúpula de Estrellas, Solaris – 1.836



—¿¡Un secuestro!? ¿¡Otra vez con lo mismo!? —Iván lanzó un sonoro bufido, ofendido—. ¿¡Pero quién te crees que eres para que alguien quiera secuestrarte, Ánikka!? ¡No eres nadie!

El halcón acompañó a sus palabras con un potente graznido. Acto seguido, logrando con ello arrancarle un grito a Iris, se abalanzó sobre ella y aleteó con fuerza en su rostro mientras le tiraba del pelo. Unos segundos después, tras lograr que se encogiera, regresó al hombro de Iván, donde se posó despreocupadamente, como si no hubiese pasado nada.

—Buen chico.

El joven magus sonrió con malicia al ver el miedo dibujado en el rostro de Iris. Malestrom, en cambio, no parecía en absoluto satisfecho. Había sido excesivo.

Le reprochó su actitud con un suave codazo en las costillas.

—No hagas eso —le advirtió en tono severo—. No es necesario.

—¡Pero es que no para! —respondió Iván con rabia—. ¡Encima de que la traigo a la civilización en vez de dejarla tirada en mitad del océano se queja! ¡Es increíble!

—¡Calma! —insistió Laurent, alzando el tono de voz—. Por favor, calmémonos y hablemos como personas. Es lógico que la señorita Ánikka esté confusa. Ponte en su piel por un instante, Iván... —Negó suavemente con la cabeza—. Vamos, discúlpate.

La petición logró que los dos jóvenes se mirasen entre sí con perplejidad. Parpadearon, incrédulos ante lo que acababan de escuchar, y mientras que Iris logró con ello recuperar parte de su valentía, Iván no permitió que las palabras de su superior minasen su determinación.

—¿Qué me disculpe? —preguntó con perplejidad—. ¿¡Qué me disculpe!? ¿¡Yo!? ¡Pero si no he hecho nada malo!

—Sí, tú —replicó Laurent, tajante—. ¿Desde cuándo tratamos así a nuestros invitados, Iván? No, no, no: no me gusta. Cualquiera diría que no sabemos comportarnos en la Cúpula, y eso no es cierto, ¿verdad, Bek?

Dando por finalizado su silencio, el agente de la Casa del Invierno se acercó a Iris y apoyó su amplia mano sobre su hombro, a modo tranquilizador. Miró a Iván con cara de circunstancias, dejó escapar un suspiro y, restándole importancia, señaló a Iris con el mentón.

—Tú no eres así, Iván.

—¡Pero Bek...!

—Ha sido una operación complicada —explicó el agente, conciliador—. Llevábamos mucho tiempo esperando el día de hoy, Iris, y estamos todos muy nerviosos. Jefe, dado que se ha visto implicada, ¿qué tal si compartimos lo ocurrido con ella? Creo que es lo justo.

Iván masculló algo entre dientes, molesto ante la cercanía de Bek, pero no se negó. Ni él ni Laurent, el cual no solo aceptó la propuesta, sino que no dudó en tomar las riendas de la conversación. Ciertamente la tensión había hecho que su pupilo actuase con más vehemencia de lo esperado, pero no se le podía culpar por ello. Habían sido años de mucho trabajo y la presión le estaba desquiciando.

—Como de costumbre, tú siempre tan sabio, amigo mío —exclamó Laurent.

Palmeó el hombro de Iván y se encaminó hacia la jaula donde la chica de los ojos rasgados seguía en el suelo. Se acuclilló frente a los barrotes de energía para poder verla algo más de cerca.

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