Capítulo 35

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Capítulo 35







Pabellón del Imperio, sur de Solaris – 1.836





—Vas a volver a Volkovia con nosotros sí o sí, me da igual lo que diga esa teniente.

—Lira...

—¡No, Nessa, no, me da igual lo que diga! ¡Ella, el maldito Eryn Cabal o el mismísimo Emperador! ¡Me da igual! Tú te vuelves a casa sí o sí, punto!

—¡Y si no le prendemos fuego a todo el Nuevo Imperio! —se burló Hurón—. ¡Por supuesto que sí! ¡A la mierda las buenas relaciones entre Volkovia y Solaris!

Hurón le guiñó el ojo a Nessa cuando ésta le miró, tratando de disimular la sonrisa. Curiosamente, para tratarse de un agente de la Agencia de Inteligencia volkoviana, era muy agradable. De hecho, era encantador. Alto, bastante delgado, con el pelo corto decolorado y una sonrisa perenne en el rostro, Hurón era un tipo singular. Era evidente que era culto e inteligente, se notaba en la forma en la que se expresaba, pero había algo en él que le hacía diferente. Quizás fuese su forma de actuar, o quizás el aura mágica que le rodeaba, pero no cabía duda de que era un tipo singular.

Claro que Lira tampoco era la persona más corriente de todo Volkovia. Aquellas cinco años le habían sentado bien para madurar, pero por fuera era prácticamente igual que a los dieciocho años. Delgada, con el pelo rubio cortado en una melena ondulada por encima del hombro, siempre perfectamente maquillada y con los ojos brillantes, la arpía favorita de Diana Valens no solo seguía estando en plena forma, sino que parecía más fuerte y decidida que nunca.

Irradiaba determinación.

—¡Hablo en serio, Hurón! —aseguró, de pie frente a la puerta de la terraza. Tenía los puños muy apretados—. No voy a permitirlo: viene con nosotros sí o sí.

—Y encantado viajaré de regreso a la madre patria con las dos, Lira —respondió él, conciliador—. Pero si esto va a comportar un problema diplomático, deberíamos pensarlo.

—Habría que pensarlo, sí, pero no creo que me vayan a impedir regresar —aclaró Nessa, sentada en el borde de la cama—. Llegué a un acuerdo con la teniente Olvian: no creo que ahora me dé la espalda.

—¿Y qué acuerdo es ese? —quiso saber Lira, cruzándose de brazos.

Nessa negó con la cabeza. No era ni el momento ni el lugar más adecuado para hablar de ello. En lugar de ello se acercó a su compañera, la cual estaba cada vez más tensa, y le frotó el brazo con cariño.

—No sabes cuántas ganas tenía de volver a verte, Lira.

—Y yo a ti, cariño —respondió, y volvió a abrazarla con fuerza—. Y yo a ti... te juro que no te voy a dejar aquí. Te lo juro.

—Y a mí me parece estupendo mientras no provoquemos una guerra antes de tiempo —insistió Hurón—. Voy a ver si alguien me sirve una copa de vino, chicas. Os dejo algo de espacio para que habléis de vuestras cosas. Volveré tarde, ¿de acuerdo?

Aprovecharon que Hurón tenía la gentileza de dejarlas solas para hablar de lo que había sucedido desde su desaparición. Lira tenía muchísimo que contar, pero lo que en aquel entonces realmente le importaba era Nessa y su historia, por lo que ni tan siquiera le dio opción a preguntar. Sencillamente la instó a que explicase todo, desde su desaparición y su regreso, profundizando en su estancia en la Cúpula de Estrellas y posteriormente en el grupo de trabajo.

Y lo que escuchó logró estremecerla.

—Laurent Malestrom no me trató bien. De hecho, creo que de haberme quedado más tiempo con él habría acabado matándome. Por suerte, Iván logró sacarme a tiempo. Pidió ayuda a la princesa Victoria y ella a su vez al Emperador. A partir de entonces, todo ha sido muy extraño, con muchas idas y venidas, pero he estado bien. Es más, estoy bien.

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