Capítulo 34

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Capítulo 34




Pabellón del Imperio, sur de Solaris – 1.836




—Pues no está nada mal este lugar: balcón a la playa, cama cómoda, sábanas limpias... —El agente abrió la puerta de la terraza y respiró la brisa marina—. Me pregunto dónde está la trampa.

—Puede que no la haya —respondió su compañera desde la cama, donde llevaba tumbada desde que habían llegado—. Ya te dije que el "Empe" era buen tipo.

—El "Empe", claro...

Hurón volvió la vista atrás, divertido ante el comentario, y cerró. A continuación comprobó la puerta que comunicaba con la otra habitación. Los solarianos habían tenido la amabilidad de ponerles cerca el uno del otro en habitaciones comunicada, todo un detalle.

—¿Cuál prefieres?

—Esta está bien.

—¿Nos quedamos aquí, entonces?

—¿Significa eso que quieres dormir conmigo, Hurón?

Hurón le respondió con una media sonrisa.

—Después de haberte pasado todo el viaje suplicándomelo, ¿qué menos?

Lira rio. Estaba encantada de que pudiesen dormir juntos, por supuesto, pero también de haber regresado a Solaris. Después de cinco años sin pisar aquel bonito país la arpía se sentía especialmente afortunada de haber sido elegida para representar a Volkovia en el cónclave.

¿Y qué mejor que volver a ver a su querido "Empe" en compañía de Hurón? Magnífico compañero de fatigas y batallas, capaz de conjurar todo tipo de hechizos y con un aspecto siempre impecable, el agente Hurón se había convertido en un elemento clave en la vida de Lira. Se complementaban, eran buenos amigos y confiaban ciegamente el uno en el otro... ¿qué más se podía pedir? Que se gustasen, claro, cosa que también hacían. Se gustaban mucho, y eso hacía que aquel viaje fuera aún más interesante.

—En cónclave es mañana —comentó Hurón tranquilamente, mientras echaba un vistazo a la agenda que les habían entregado al llegar al Pabellón—. Empieza pronto, a las ocho de la mañana, y durará un par de días. —Dejó escapar un suspiro—. Me preocupa. Sea lo que sea que tengan que decir, me preocupa. El Emperador de Solaris no convoca a las grandes potencias sin un buen motivo.

—¿Será por lo de Throndall? —respondió ella—. Ay que ver la que está liando Elberic, ¿eh? Quién lo iba a decir, con lo inocente que parecía cuando...

—Cuando nada —le interrumpió Hurón, y le dedicó una sonrisa llena de significado—. Cuando nada, Lira, cuando nada.

La agente se mordió los labios, comprendiendo de inmediato lo que significaba su expresión. Estaban en territorio no amigo, con lo que ello podía comportar. Probablemente no hubiese cámaras ni micrófonos en las habitaciones, pero por si acaso era mejor no decir nada. Y teniendo en cuenta todo lo que podrían decir sobre Elberic y su ascenso al trono de Throndall, cuanto más callados estuviesen, mejor les iría todo.

—¿Dices que hay cena esta noche, entonces?

Hurón asintió.

—Así es, el Emperador ha preparado una recepción para todos los invitados... ¿te has traído algo adecuado?

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