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—¿Podrías dejar de seguirme? ¡Por favor!— Alex se había cansado.

Desde que había salido de aquella fiesta para irse a su casa, Frank caminaba un par de metros detrás suya en silencio.

Eran amigos por supuesto, pero él era un alfa y se sentía como su presa.

—No quiero molestarte, Alex— se detuvo cuando el menor de tan solo 17 años lo encaró — Solo quiero que llegues a salvo a casa—.

—¡Puedo cuidarme yo solo!— gritó— ¡¿O acaso me crees débil por ser un omega?!—.

—No, Alex. Se que eres alguien muy fuerte, pero no quiero que nada malo te suceda—.

El menor bufó y siguió su camino, deseando que aquel alfa de 19 años le dejara en paz.

Siguieron caminando, llegando a las escaleras que llevaban a la casa del menor la cual se alzaba en lo alto de la montaña, se detuvo—Mira ahí está mi casa— señaló— Llegué, nada me pasó, ningún alfa se me acercó. No tienes por qué seguirme de esa forma— dijo, mientras salía corriendo hacía su hogar, sin esperar respuesta del moreno.

—Es por qué no viste lo que habita en las sombras— susurró para si mismo, dando la vuelta para caminar a su hogar.

Alex estaba aterrado.

Mientras caminaba su casa, regresando de visitar a su mejor amigo Mangel, tuvo la mala suerte de toparse con un alfa en celo, quien en el instante que lo vio, corrió hacia el pequeño omega como si su vida dependiera de eso.

Se sentía cansado y abrumado, sus piernas podrían fallar en cualquier momento y aquel monstruo lo atraparía, a pesar de que era una situación a la que debió acostumbrarse a sus 14 años, el miedo le invadía completamente y su único pensamiento era salvarse.

Sus lágrimas caían con fuerza.

¿Era este su destino? ¿Quedar atado a un alfa para siempre? ¿Qué perdería su libertad y la elección sobre su cuerpo?

Soltó un grito cuando inevitablemente cayó, estaba apunto de ser atrapado.

El alfa se detuvo, mientras su lengua remojaba sus labios, como si de un buffet se tratará y él no hubiera comido en semanas.

Sus manos se dirigieron hacia el pequeño cuerpo de Alex.

Todo sucedió en cámara lenta, puesto que un rugido llamó su atención.

Frank se lanzó contra aquel chico, dando golpes duros y precisos, estaba sumamente enojado, Alex lo sentía y lo sabía...

Sabía que tarde o temprano debería afrontar ese momento, sabia que lo que vendría después de eso sería el camino que tomaría su destino.

Alex salió corriendo, dejando atrás la pelea de los alfas, quería esconderse del mundo, quería desaparecer, quería que el tiempo se detuviera, él no estaba listo, temía que Frank no lo aceptara y lo obligara a tomar el papel para el que se supone que nació.

Se encerró en su hogar, refugiándose en la segura oscuridad que habitaba en el lugar, utilizó el ascensor para subir al techo, necesitaba aire fresco y sentir la luz de la luna en su piel.

—¡ALEX!— escuchó un grito en la puerta, no había necesidad de revisar quién era, reconocería esa voz donde sea—¡¿ESTÁS AQUÍ?!—

Debes responderle—decía mi omega interior—Debemos afrontar nuestros miedos ahora—.

Quería llorar, abrazo sus piernas con fuerzas, escondiendo su rostro en ellas.

No lloraba por el ataque del alfa, como dije anteriormente, se había acostumbrado a ese acoso. Pues todo el pueblo aseguraba que era el omega más deseado del lugar, pues su delgado cuerpo y su pequeña cintura era la envidia de algunos omegas y el anhelo de los alfas.

Lloraba por temor a afrontar a su destino... O más bien a su destinado...

—¡ALEX!— seguía gritando—¡POR FAVOR RESPONDE!— se escuchaba desesperado—¡NECESITO SABER QUE ESTAS A SALVO—.

—Estoy arriba— no lo gritó, pero lo dijo lo suficientemente fuerte para que el alfa lo escuchara.

Escuchó sus jadeos, eso significaba que estaba trepando las paredes de su casa para subir con él, suspiró y un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir como se sentaba a su lado.

—¿Estas bien?— preguntó suavemente, miraba atento sus reacciones.

—Lo estoy, gracias por preguntar y por todo— susurró sin mirarlo.

—No tienes que agradecer, después de todo somos...— fue interrumpido.

—No lo digas, por favor— escondió mas su rostro entre sus piernas—Se lo que dirás pero aún no lo digas—.

Frank se mostró un poco sorprendido— Creí que no tenías idea de ello— se acercó lenta y cuidadosamente a él, pues no quería alterarlo— ¿Desde cuándo lo sabes?— preguntó, tratando de que su voz sonara lo más calmada posible.

—Desde el momento en que nos conocimos— respondió en un susurro casi inaudible.

—No lo entiendo— dijo Frank confundido— Siempre intentaste alejarme de ti o me evadías— pero no sonaba molesto— Yo solo quería acercarme a ti— sin embargo estaba un poco dolido.

—¡Tenía miedo!— exclamó Alex de repente, el alfa se sorprendió un poco al ver las lágrimas del omega caer por sus mejillas, su nariz roja y ojos hinchados le hacían ver a Alex en su manera más humana.

—¿Miedo a qué?— preguntó atento a su respuesta, espero pacientemente a que limpiara un poco sus lágrimas.

—A qué fueras como todos los alfas que intentaron cortejarme— suspiró y evitaba mirar a su destinado— Todos siempre me buscaban por mi cuerpo, a ninguno le importaba como me sentía o que hacía, solo querían jugar conmigo sin importar cual dañado podría salir de ahí— Cubrió su rostro nuevamente, pues le avergonzaba que lo vieran de aquella forma tan vulnerable— Tenía miedo de que estar contigo significara que mi libertad acabaría y que no tendría escapatoria por ser destinados, que tendría que dejar atrás mis sueños y metas—.

—Oh Alex— sonrió levemente— No pienso de esa forma respecto a ti— Tomó sus manos con delicadeza y depositó un beso en cada una de ellas— Yo siempre tuve claro que cuando encontrara a mi destinado, sería paciente y atento, que avanzaríamos lentamente para que pudiéramos lograr nuestras metas futuras—.

Alex le miraba, una parte de él se sentía completamente aliviada.

—Si que es cierto que eres bastante atractivo, pero el físico es lo de menos— rió levemente— Me encanta todo lo que eres tú, tu personalidad, tu odio hacia la gente, tu actitud tan rebelde me fascina— Alex sonrió un poco— Nosotros estamos destinados a estar juntos desde que llegamos a este mundo y no tengo duda de eso, pero quiero darte tu espacio, que seas libre de decidir lo que quieras hacer, que tu casta no sea un impedimento para lograr lo que te propongas—.

—¿Me prometes...— soltó Alex—... que iremos a mi ritmo?— pregunto tímidamente.

—Me adapto fácilmente, mi pequeño titan— dijo, mientras se acomodaba a su lado, el alfa rodeó sus hombros con cuidado, mientras él omega dejaba caer su cabeza con suavidad en su hombro.

Una noche preciosa para aquellos destinados.

☘Ghostin☘ Karmaland 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora