*26. Volver a casa y decir adiós

815 75 14
                                    

Alexis dejó la enfermería al día siguiente por la mañana, tras una buena noche de descanso proporcionada por las pociones de Madame Pomfrey, y los otros internados a mediodía; encontrando el castillo casi desierto. El calor abrasador y el final de los exámenes invitaban a todo el mundo a aprovechar al máximo la última visita a Hogsmeade de ese año. Sin embargo, Alexis había decidido pasear por los terrenos del colegio, lugar donde la encontró un Malfoy adolorido, que buscaba respuestas sobre lo acontecido la noche anterior.

—¡Vamos, Granger! —le decía él—. Apareciste de la nada y me salvaste de terminar gravemente herido. Necesito saber cómo fue.

—Saber no va a cambiar nada —le respondió ella, sin mirarlo.

—Cambiará todo, sobre todo cuando mis padres se enteren que me salvó una... —la señaló.

—Sangre sucia —terminó ella por él—. Seguramente estarán muy felices con la noticia —ironizó.

—No puedes imaginar cuánto —contestó en el mismo tono—. Por favor. Necesito saber qué le dijiste a Snape, saber qué saben ellos.

—Está bien —se sentó al borde del lago, Malfoy la imitó—, cuando la rama nos derribó, luego de que yo intentara detenerla torpemente nos encontramos con el profesor Lupin. Él ordenó que Crabbe y Goyle te llevaran a la enfermería, yo me quedé unos segundos explicándole algo. Entonces los seguí al castillo, sangrando un poco por el golpe, donde un Snape desconcertado quiso saber qué ocurrió. Tus amigos le dijeron que seguían a Potter, que te golpeó el sauce y yo aparecí de la nada. ¡Cómo si eso fuera posible a nuestra edad!

—Sé que los Gryffindors tienen una capa invisible —la atajó él mientras arrancaba algunas hierbas con su mano—, vi a San Potter usándola en Hogsmeade, lo que implica que o estabas con ellos o te tienen la suficiente confianza como para prestártela. Creí que estabas eligiendo mejor tus amistades.

—Claro, porque mis amigos solo deben ser las personas que menospreciaron mi sangre, ni siquiera puedo ser cercana a mi hermana, como se me puede ocurrir —bufó y arrojó una piedra al lago—. Bien, estaba con ellos ¿feliz? Quería saber si quedaba alguna oportunidad de salvar a Buckbeak, en verdad me enamoré de ese animal y Hermione lo sabía, por eso me invitó a ir con ellos. Solo que Hagrid no nos permitió quedarnos y nos corrió apenas nos vio. Íbamos de regreso al castillo cuando la rata de Weasley escapó y él salió en su búsqueda. Mi hermana y Potter salieron corriendo tras él y yo me quedé con la capa —mintió a medias, no podía contarle todo tal cual había sido—. Entonces ustedes tres pasaron corriendo por mi lado y los seguí. Lo único que faltaba es que se metieran en problemas y nosotros también. Simplemente cuando vi que corrías como un salvaje hacia el sauce y que esa rama se aproximaba, tuve que actuar, fue algo instintivo... Eso fue lo que dije a Snape, aunque no pude afirmar que seguían a los Gryffindors porque no vi en ningún momento que se acercaran al árbol.

—No puedo creer que el hipogrifo haya escapado —musitó enojado—, y ¿qué me dices sobre Lupin siendo un Hombre Lobo? Eso no lo esperaba, este Colegio está cayendo cada vez más y más abajo.

—Realmente me alegra lo de Buckbeak, espero que se encuentre bien donde sea que esté. Además ya sabía lo de Lupin, o al menos lo sospechaba, todo gracias a ese trabajo que nos pidió Snape a principio de año. Igualmente tienes que aceptar que es el mejor profesor de defensa que hemos tenido hasta el momento.

—Eres asombrosa —dijo él en voz baja.

—Lo sé —aceptó ella sonriendo—, nos vemos luego, Malfoy. Voy a buscar a Millicent, ya debe haber regresado.

—Por cierto —él intentó detenerla pero ella no lo escuchó—, creo que te debo la vida —susurró y escondió su rostro entre sus piernas.

Su padre lo mataría al saberlo pero no lo podría ocultar. Seguramente ya le habían avisado del accidente de la noche anterior.

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora