*30. Malfoy Manor

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—¡Si en verdad quieres ser mi amigo, tienes que dejar de atacar a mi hermana en cada ocasión en que se cruzan! —le reprochó Alexis, muy furiosa, luego de que los otros se marcharan.

—No puedo evitarlo ¡Bien! —se defendió él—. Ella es un punto débil de Potter, sé que molestándola lo molesto a él también.

—¿Por qué lo detestas tanto?

—¡Porque me humilló! Él decidió tenerme en contra, yo le ofrecí estar de mi lado y me rechazó. Desde ese momento supe que nuestro destino era este: competir uno contra el otro... solo que en esa fórmula no estabas considerada.

—¿Qué?

—Yo... —en ese momento una nueva explosión se escuchó. Alexis tomó a Malfoy de un brazo y lo obligó a agacharse detrás de unos arbustos, contra los árboles, al mismo tiempo que un único hombre corría lanzando hechizos a diestra y siniestra, pasando uno por encima de ellos—. Tienes que dejar de salvarme la vida —murmuró él.

—¡Oh, cállate!, está pasando algo mucho más extraño que esos locos enmascarados de antes —el silencio invadió el lugar brevemente—. ¿Tu padre es uno en verdad?

—No lo sé, es probable.

—Es mejor que nos movamos —propuso, lo tomó de la mano y comenzó a adentrarse más al bosque, alejándose de ese lugar infernal.

Caminaron en silencio por varios minutos. Unos metros más adelante se oyó un grito que los hizo detener. Ambos adolescentes se escondieron detrás de un árbol.

—¿Quién es? —Se escuchó una voz preguntando a gritos— ¿Quién está ahí? —preguntó de nuevo.

—Potter —murmuró Alexis.

Brevemente se asomó y creyó ver, entre toda esa oscuridad, al mismo hombre de antes, al loco que lanzaba hechizos El extraño levantó la varita, apuntando al cielo y gritó:

—¡MORSMORDRE!

Entonces algo grande, verde y brillante salió de la oscuridad y se levantó hacia el cielo por encima de las copas de los árboles.

—¿Qué...? —exclamó Alexis sin entender nada.

Draco le tapó la boca con su mano y la empujó de nuevo contra los árboles, que ahora se iluminaban gracias a aquella calavera de tamaño colosal que brillaba entre las oscuras nubes, compuesto por lo que parecían estrellas de color esmeralda y con una lengua en forma de serpiente que le salía de la boca. Mientras miraban, la imagen se alzaba más y más, resplandeciendo en una bruma de humo verdoso, estampada en el cielo negro como si se tratara de una nueva constelación.

De pronto, el bosque se llenó de gritos. Malfoy quitó su mano y le hizo seña de que guardara silencio.

—¿Qué sucede? —preguntó en susurros.

—No deben vernos acá —respondió él— ¡Es la Marca Tenebrosa!

—¿La Marca de Voldemort?

—No lo nombres —pidió el rubio cuando una serie de ruiditos anunció la repentina aparición, de la nada, de una veintena de magos que los rodearon.

Entonces se escuchó a Potter gritar:

—¡AL SUELO!

Al mismo tiempo que los magos gritaban:

¡Desmaius!

Hubo una serie de destellos cegadores que obligaron a Alexis apretarse más contra los árboles para ocultarse. En ese momento oyó otro grito familiar.

—¡Alto! ¡ALTO! ¡Es mi hijo! —se oyeron pasos— Ron... Harry... —Su voz sonaba temblorosa—. Hermione... ¿Están bien?

—Apártate, Arthur —dijo una voz fría y cortante— ¿Quién de ustedes lo ha hecho? —gritó—. ¿Quién de ustedes ha invocado la Marca Tenebrosa?

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora