*20. DCAO, Hogsmeade y Halloween.

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Malfoy volvió a cursar cuando la clase de pociones iba por la mitad. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.

—¿Qué tal, Draco? —preguntó Pansy, sonriendo como una tonta—. ¿Te duele mucho?

—Sí —contestó él, con gesto de hombre valiente al mismo tiempo que guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle en el instante en que Pansy apartaba la vista.

—Siéntate —le dijo el profesor Snape amablemente.

Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero al lado del de Potter y Weasley, para preparar los ingredientes en la misma mesa y por supuesto que aprovechó para molestar a ese par diciendo a Snape que necesitaba ayuda, siendo ellos los obligados a colaborar. Neville estaba haciendo muy mal su pócima, que debía ser de un tono verde y no naranja, por lo que el profesor lo intimidó diciendo que al final de la clase le daría esa poción al sapo del pobre chico. Crabbe y Goyle rieron abiertamente al ver a Neville azorado y agitando su poción sin parar. Hermione le murmuraba instrucciones por la comisura de la boca, para que Snape no lo viera.

Cuando faltaba poco para que terminara la clase, Snape se dirigió con paso firme a Neville, que se encogió de miedo al lado de su caldero.

—Vengan todos y colóquense alrededor—ordenó Snape. Los ojos negros le brillaban—, y vean lo que le sucede al sapo de Longbottom. Si ha conseguido fabricar una solución para encoger, el sapo se quedará como un renacuajo. Si lo ha hecho mal (de lo que no tengo ninguna duda), el sapo probablemente morirá envenenado.

Los de Gryffindor observaban con aprensión y los de Slytherin con entusiasmo. Alexis sentía pena por el animal. Snape se puso a Trevor en la palma de la mano izquierda e introdujo una cucharilla en la poción de Neville, que era de color verde, en la boca del sapo. Se hizo un silencio total, mientras Trevor tragaba. Luego se oyó un ligero «¡plop!» y un renacuajo serpenteó en la palma de la mano de Snape. Los de Gryffindor prorrumpieron en aplausos. Snape, irritado, sacó una pequeña botella del bolsillo de su toga, echó unas gotas sobre Trevor y éste recobró su tamaño normal.

—Cinco puntos menos para Gryffindor —dijo Snape, borrando la sonrisa de todas las caras—. Le dije que no lo ayudara, señorita Granger. Pueden retirarse.

Todos los alumnos comenzaron a salir, algunos con rostros repletos de felicidad, otros un tanto disgustados. Alexis estaba molesta pero por un motivo completamente diferente al del resto de sus compañeros.

—No puedo creer que consideren a ese cobarde como el próximo príncipe de Slytherin. Creí que era un título para llevar con orgullo.

—Por lo general lo es —contestó Millicent.

—Y Malfoy representa varios de los estándares de nuestra casa, incluyendo que pertenece a una de las familias más puras de sangre que aún existen.

—Eso no quita el hecho de que es un cobarde y ególatra. Necesita que le den una lección.

Juntos se dirigieron a la clase de Defensa contra las Artes Oscuras, finalmente iban a conocer al nuevo docente. El profesor Lupin no estaba en el aula cuando ingresaron y se sentaron; sacaron los libros, las plumas y los pergaminos por inercia y se encontraban hablando cuando por fin él llegó. Lupin sonrió vagamente y puso su desvencijado maletín en la mesa.

—Buenas tardes, disculpen la demora —sonrió con pena—. ¿Pueden, por favor, meter los libros en la mochila? La lección de hoy será práctica. Solo necesitaran las varitas mágicas.

La clase cambió miradas de curiosidad mientras recogía los libros. Nunca habían tenido una clase completamente práctica de Defensa Contra las Artes Oscuras, a menos que se contara la memorable clase del año anterior, en que el antiguo profesor había llevado una jaula con duendecillos y los había soltado en clase, y eso no había terminado muy bien...

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora