*8. Problemas

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Mientras más crecía la amistad de Alexis con Millicent y la de Hermione con Ronald y Harry, las gemelas encontraban cada vez menos tiempo para estar juntas. Por alguna razón que la mayor no entendía su hermana y su nueva amiga no lograban llevarse bien, ninguna soportaba estar en presencia de la otra. Alexis no entendía por qué su hermana menor no hacía un pequeño esfuerzo, cuando ella sí intentaba convivir con los Gryffindors, aunque no siempre lo lograra.

Los días frescos y ventosos de noviembre dieron paso a días cubiertos de nieve en diciembre, lo que significaba que la Navidad estaba cada vez más cerca. El lago se había congelado por completo y Alexis deseó poder patinar en él, pero desconocía si estaba prohibido y no se atrevía a averiguarlo ya que le gustaba sumar puntos para Slytherin y no perderlos, en verdad quería ganar la competencia de las casas.

Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo tormentoso para dejar el correo tuvieron que quedar al cuidado de Hagrid hasta recuperarse, antes de volar otra vez. Todos, tanto alumnos como profesores, esperaban impacientes que comenzaran las vacaciones de Navidad. Las salas comunes, el Gran Comedor y las aulas tenían las chimeneas encendidas todo el tiempo; los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados y un viento cruel golpeaba las ventanas de los salones. Lo peor de todo eran las clases del profesor Snape, abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y los obligaba a mantenerse lo más cerca posible de sus calderos calientes. Por alguna razón el profesor se negaba a encender las chimeneas más de lo necesario, Alexis sospechaba que era porque se le podría arruinar algunos ingredientes para las pociones o algo así.

—Me da mucha lástima —Draco Malfoy comentó en una de esas clases con tono altanero— toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

Mientras hablaba, miraba en dirección a Harry Potter. Crabbe y Goyle lanzaron risitas burlonas. Después del partido de quidditch, Malfoy se había vuelto más desagradable que nunca con los Gryffindors, en especial con el pelinegro león, sobre todo cuando se dio cuenta que no podía molestarlo por ser malo en Quidditch, porque en realidad había dejado impresionado a la mayor parte del colegio. Así que Malfoy, celoso y enfadado, había vuelto a fastidiarlo por no tener familia y Alexis ya no lo soportaba. Él le caía tan mal. Jamás había conocido a un niño tan celoso, ególatra y odioso como ese, había días en que se seguía cuestionando por qué pertenecía a Slytherin si no sentía parecerse a ninguno de sus compañeros.

—Malfoy, ¿a ti te reciben porque te quieren o porque no les queda otra opción? —le preguntó entonces al escuchar cómo fastidiaba nuevamente a Potter.

—No te metas donde no te llaman, Granger.

—El caso es que Potter es amigo de mi hermana y todo lo que la rodea a ella es de mi incumbencia, además es un poco raro que siempre busques fastidiarlo, da la impresión de que estás más pendiente de él que de cualquier otra cosa. En serio, necesitas una vida propia.

—Serás...

—¿Qué está sucediendo acá? —preguntó Snape con su habitual voz arrastrada, apareciendo de repente.

—Nada, profesor —contestó Alexis con una sonrisa angelical, antes de que Malfoy pudiera abrir la boca—, solo le recordaba a mi compañero que debe revolver la poción dos veces contrarreloj y luego cuatro veces en el sentido contrario.

Snape la miró con sospecha, le dio la razón y continuó caminando por el aula, revisando los calderos de sus demás compañeros. Entonces Alexis le sonrió a Malfoy con superioridad y volvió a concentrarse en su poción, a su lado Millicent rió en silencio.

La noche previa a las vacaciones el salón del Gran Comedor lucía espectacular. Guirnaldas de muérdago y acebo colgaban de las paredes y no menos de doce árboles de Navidad estaban distribuidos por el lugar, algunos brillando con pequeños carámbanos, otros con cientos de velas, algunos con guirnaldas y otros con lo que parecía ser nieve, seguramente mágica.

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora