*22. Draco Malfoy

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Capítulo dedicado a la memoria de Maggie Smith



Las clases comenzaron al día siguiente y pronto todos los estudiantes estuvieron más que atareados con los deberes. Lo último que la mayoría de ellos deseaba era pasar, en una mañana de enero, dos horas en la intemperie del patio, pero Hagrid había encendido una hoguera de salamandras, para su propio disfrute, y pasaron una clase inusualmente agradable recogiendo leña seca y hojarasca para mantener vivo el fuego, mientras estos animalitos, a los que les gustaban las llamas, correteaban de un lado para otro de los troncos incandescentes que se iban desmoronando.

La primera clase de Adivinación del nuevo trimestre fue mucho menos divertida. La profesora Trelawney les enseñaba quiromancia y había ido uno a uno leyendo las manos de cada estudiante, diciendo cuán larga y afortunada -o no- sería su vida.

Ravenclaw jugó contra Slytherin una semana después del comienzo del trimestre. Slytherin ganó, aunque por muy poco y Malfoy logró mantener su honor intacto, pues su desempeño aún dejaba mucho que desear. Durante ese partido Alexis aprovechó para contarle a Hermione lo que el rubio le había dicho. También pudo notar que sus amigos seguían sin hablarle.

Enero dio paso a febrero sin que se notara, persistiendo el mismo frío glaciar. Entonces un nuevo problema se avecinó para las gemelas Granger. Al parecer Scabbers, la rata de Weasley, había sido víctima de Crookshanks, por lo que Hermione y Ronald no se hablaban –al menos Harry ya la había perdonado—, y el gato había sido desterrado a la casa de Slytherin, lugar que el animal detestaba, todo el tiempo intentaba escapar para volver con Hermione.

—Es un gato extraño —dijo Pansy una noche—, al menos la gata de Millicent es bonita.

—Pero Crookshanks es inteligente, debiste verlo intentando escapar de la sala —respondió Theo—, si no fuera porque Lexy es rápida con la varita hubiera huido hace bastante.

—¿Lexy? ¿Desde cuándo te llaman Lexy? —preguntó Daphne curiosa—. Es mucho mejor que tu nombre, cuando lo oí en la cena de bienvenida de primer año creí que llamaban a un chico.

—Theo y Blaise decidieron llamarme así, a Milli le gustó y no me molesta que lo hagan —comentó Alexis encogiéndose de hombros—. Además Alexis es el nombre de mi papá después de todo.

—¿Theo y Blaise? ¿Desde cuándo tienen tanta confianza ustedes? —preguntó Malfoy con la curiosidad pintada en su rostro.

—Es lo que pasa cuando se hacen amigos, Malfoy, nos llamamos por nuestros nombres —quien contestó fue Blaise.

A Malfoy no le gustó nada la respuesta de su compañero pero no dijo nada al respecto. No recordaba si alguna vez Alexis lo había llamado por su nombre, además del día que volvió de las vacaciones festivas y eso no le estrujó el corazón. Quería volver a escucharla pronunciar la palabra Draco, sin ira o enojo de por medio.

—Qué podemos decir, gracias a que Pansy nos invitó a mí y Lexy el año pasado a su grupo nos acercamos más a los muchachos, son muy divertidos —comentó Millicent—, a veces es bueno tener con quién descontracturar un poco.

—Sería genial pasar este verano juntos —murmuró Alexis—, el mundo muggle es muy aburrido sin ustedes —sonrió con pena.

A la mañana siguiente, tras permitirle huir al gato, los Slytherin se dirigieron a desayunar para luego presenciar el partido entre Ravenclaw y Gryffindor. Una gran sorpresa se llevó todo el salón cuando Potter entró al comedor con su Saeta de Fuego, escoltado por su equipo de quidditch completo. Muchos se acercaron a verla y desde donde Alexis estaba sentada pudo ser testigo de cuando Malfoy también se acercó.

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora