*23. Exámenes, Buckbeak y el Sauce Boxeador

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A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, a todo el mundo le apetecía pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba nueva, con grandes cantidades de zumo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de gobstones, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago. Pero no podían hacerlo. Los exámenes se les echaban encima y, en lugar de holgazanear, tenían que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarse mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire primaveral.

Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio. Los alumnos de Slytherin de tercer año salieron del examen de Encantamientos el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios. El profesor Flitwick puso en el examen los encantamientos estimulantes y algunos se habían pasado de la raya. Después de una comida bastante apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Transformaciones, consistente en transformar una tetera en tortuga, con algunos resultados catastróficos. Inmediatamente después de cenar los alumnos se dirigieron rápidamente a sus respectivas salas comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Cuidado de Criaturas Mágicas y Pociones.

Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía tener la cabeza en otra parte. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula y les dijo que para aprobar tenían que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca.

Buckbeak está algo deprimido —les dijo Hagrid a los cuatro inclinándose un poco, haciendo como que comprobaba que el gusarajo de Weasley y Potter seguía vivo. Les había hecho trabajar en parejas, Alexis y Hermione estaban juntas, junto a los muchachos—. Ha estado encerrado demasiado tiempo. Pero... en cualquier caso, pasado mañana lo sabremos.

Aquella tarde tuvieron el examen de Pociones: un absoluto desastre para la mayoría. Por más que lo intentaron muchos no consiguieron espesar su «receta para confundir», Snape parecía disfrutar más y más ante cada fracaso. El miércoles por la mañana tuvieron el examen de Herbología, en los invernaderos, bajo un sol abrasador, terminando todos con la nuca quemada y cubiertos de sudor. Por la tarde rindieron el de Historia de la Magia. A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el de Astronomía. El primer examen de la mañana del jueves fue el de Adivinación, en el séptimo piso, donde muchos estudiantes estaban sentados en la escalera de caracol que conducía al aula de la profesora Trelawney, repasando a último minuto.

—Dice que nos va a examinar por separado —informó Theo mientras esperaban en el pasillo— ¿Alguno ha visto algo en la bola de cristal? —preguntó desanimado.

—Nunca —contestó Alexis tranquila.

Luego de almorzar tuvieron el examen de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin había preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro bogart.

El último examen fue el de Runas antiguas, durante las últimas horas de la tarde. La profesora había propuesto que quien fuera capaz de hacer una traducción a esas horas, con el agotamiento propio del día y los exámenes, era un alumno que había logrado comprender todo lo enseñado durante el curso.

Alexis estaba inquieta porque a esas horas estaría llevándose a cabo la revisión del caso de Buckbeak y ese era un tema que le interesaba más que traducir un texto antiguo. Al salir del aula Hermione la esperaba, ella ya había acabado con sus exámenes durante esa tarde. En silencio le extendió una nota. Tenía los ojos rojos, muestra de que había estado llorando.

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora