*6. Escobas voladoras, duelos, peleas y cumpleaños

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Como pociones era la única clase que las gemelas compartían, Alexis realmente se alegró cuando una nota apareció en la sala común de Slytherin comunicando que las lecciones de vuelo para los de primer año iniciarían el jueves junto a los alumnos de Gryffindor. También la desesperó oír como Malfoy no dejaba de hablar sobre lo mucho que le gustaba volar, lo bueno que era haciéndolo y quejándose en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch, ni podían tener sus propias escobas, además contaba largas y presumidas historias que siempre acababan con él escapando exageradamente de helicópteros pilotados por muggles. A la castaña le sorprendió que supiera lo que era un helicóptero pero aún así dudaba de la veracidad de sus relatos.

Todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente sobre el quidditch, que al parecer era el deporte predilecto de los magos. Alexis había tenido que recurrir a la biblioteca para entender de qué se trataba el juego porque la desesperaba no entender las conversaciones que se desarrollaban a su alrededor, allí encontró un libro llamado: "Quidditch a través de la historia" y lo tomó prestado para leer en sus tiempos libres. El juego simplemente la había atrapado, porque se sentía como una extraña mezcla entre básquet, rugby y otros deportes muggles pero con escobas... no podía olvidarse de ellas, es más, esperaba ansiosa instruirse en el arte de montar en una y volar, poder surcar los cielos sintiéndose libre. También anhelaba aprender a jugar como si lo hubiese hecho desde pequeña y quizás intentar unirse al equipo de Slytherin más adelante.

Alexis pensaba que volar debería sentirse como algo único, sentir el viento en el rostro mientras se atraviesa los aires, su cerebro lo relacionaba con la vez que subió por primera vez a una montaña rusa, el aire golpeaba su rostro y, más allá de la adrenalina y la euforia del momento, se había sentido libre, feliz. Además, estar junto a los Gryffindors le daría la oportunidad de ser un soporte para su hermana, quien no era muy buena para los deportes ni para las alturas libres —ella había detestado con todo su ser ese día de paseo en el parque de diversiones—, Alexis estaba segura de que Hermione aborrecería esa clase y odiaría no sentirse preparada, porque por más que leyera y releyera las páginas amarillentas de los libros, volar no era algo que fuera a aprender solo leyendo.

Durante la hora del desayuno, Alexis se acercó a Hermione justo en el momento en que las lechuzas llegaban con el correo. En ese momento un lechuzón enorme entregó a Neville un pequeño paquete y se marchó sin más. Neville lo abrió excitado y les enseñó a sus compañeros una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de un humo blanco hipnótico. Las gemelas lo miraron curiosas.

—¡Es una recordadora! —explicó entusiasmado—. La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Miren, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... Oh... —se puso pálido porque la recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata— es que has olvidado algo...

Neville intentaba forzarse a recordar qué era lo que había olvidado cuando Draco Malfoy, que pasaba por al lado de la mesa de Gryffindor, le quitó la recordadora de las manos. Harry y Ron se pusieron de pie inmediatamente, pero Alexis, que se encontraba más cerca, ya estaba frente a él.

—¿Es en serio, Malfoy? —preguntó pero cuando él le iba a contestar apareció la profesora McGonagall y el rubio, tras ser acusado por Neville, no tuvo más opción que devolver la recordadora con la promesa de que eso no se quedaría así grabada en sus ojos. Alexis le deseo un buen día a su hermana y la abrazó, le sonrió a Neville de forma amistosa y se dirigió a su mesa, por pedido de la profesora, principalmente. Cada vez eran menos los desayunos, o comidas en general, que podían compartir juntas y eso no les gustaba para nada.

Aquella tarde, a las tres y media, los alumnos de Slytherin esperaban ansiosos en el parque del colegio a que llegaran los leones para comenzar con su primera clase de vuelo. Era un día claro y algo ventoso en Hogwarts, de a poco comenzaba a hacerse presente el clima otoñal y la hierba se agitaba bajo los pies de las serpientes; pocos pasos más allá había veinte escobas algo destartaladas y viejas pero cuidadosamente alineadas en el suelo esperando ser usadas por los jóvenes. Alexis había escuchado a muchos de sus compañeros de casa quejarse de esas escobas, comentaban que algunas comenzaban a vibrar si uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda y que por eso todos trataban de llevar sus propias escobas al castillo. Claro, los de primer año lo tenían prohibido y no les quedaba otra que usar esas.

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora