◦•●◉ ¢αρíтυℓσ 13: яιѕαѕ ◉●•◦

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Se despertaba con pereza, ese sonido irritante perforaba sus oídos. Aún era oscuro, el reloj de mesa marcaba las 5:30 am.

Todos los estudiantes dormitaban todo lo que podían a principio del fin de semana, en especial por lo que había pasado el día anterior, pero ese no era su caso, el sábado era el comienzo de su trabajo.

- Agh... - Se quejó levantándose de su cama caliente. Se puso de pie observándola, se veía tan cómoda... Caminó alejándose rápidamente, la tentación era demasiado grande como para quedarse allí babeando por seguir durmiendo en su mullido colchón.

- Joven Renrink. - Entraba la señorita a la alcoba. - Oh, ya se encuentra despierto. - Dirigió su mirada hacia ella, a veces pensaba que era un robot, no era normal que alguien no muestre signos de cansancio, NUNCA.

Estiraba sus músculos solo con el corto con el que se acostaba. - Buenos días para ti también Fika. - Bostezaba pesadamente, la pelea lo había dejado agotado y no podría descansar nuevamente hasta la noche.

Sonrió suavemente. - Supongo que debe encontrarse adormilado y molesto, el suceso que ocurrió hace unas horas no fue normal. Así que compré las magdalenas que tanto me comentaba. - Abrió sus ojos como platos irguiéndose nuevamente.

- ¡¿Enserio?! - Simplemente recibió un movimiento de cabeza confirmando el dato. - ¡Eres la mejor Fika! - No le interesaba como las había conseguido ya que se supone que la pastelería no abría en la noche, además que se encontraba toda esa jornada cerrada. Lo único que quería era comer una docena de ellas y comenzar con buen pie el trabajo, después de todo, era uno de los únicos días en lo que hablaba con su padre, aunque sea una oración. Le dio un abrazo a la mayor para correr al vestidor y buscar prendas que combinaran.

Se retiró contenta, aunque nunca lo admitiría, Reaper era su familia y adoraba contemplar esas reacciones de niño pequeño y sus expresiones caricaturescas. Amaba verlo feliz.

Una vez cambiado, bajó a paso acelerado las escaleras para entrar al comedor. Casi le da un paro cardíaco.

- ¡Hola Reaper! - Apareció de la nada haciéndolo perder el equilibrio, salvándose por sus buenos reflejos. - Oops, jeje, perdón. - Se disculpó para ir a ayudar al peli-negro.

- ¿Ink? ¿Qué haces aquí? - Se le hacía extraño que el de peinado extravagante se encontrara allí.

Se quedó pensativo un momento. - Mmmmmm... ¡Ah! ¡Ya sé! Vine para trabajar contigo, me pidieron que traiga mis materiales y modelos, hay tareas retrasadas y yo voy a colaborar. - Mencionó feliz el castaño.

Esbozó una gran sonrisa. - ¡Qué bueno! - Hace mucho tiempo que el asiático no iba a su hogar. - ¡Me alegra mucho qué estés aquí! La mañana se pasará volando contigo. - Empezaron una pequeña charla para sentarse en la mesa y disfrutar juntos del desayuno. Que lindo era comer con alguien a tu lado.

Ya habían pasado las horas, casi media mañana era la hora indicada en el gran reloj de la sala. Posaba y modelaba mientras el contrario hacía bocetos de sus posturas y los combinaba con los diseños de los trajes rápidamente. - Tu figura es muy estética, eres muy fácil de dibujar. - Reía. - ¿Tu cuerpo es de verdad? Eres demasiado proporcionado, tal como uno de mis maniquíes. -

Le encantaban esos comentarios, su alegría era realmente contagiosa. - Pfff... Obvio, solamente me cuido, y ahora más porque conocí los pastelillos de Geno. - Se le hacía agua la boca simplemente en pensar en ellos.

- Me sorprende que no seas obeso, tragaste 15 hace unas horas y sigues con hambre. - Ambos soltaban carcajadas.

Esa frase le recordaba a alguien. - Oye Ink, ¿Cómo está Error? - Su mente había estado demasiado agotada como para pensar en eso, preguntar era lo correcto. No solo correcto, era necesario, además que le tranquilizaría saber el estado del moreno.

- Oh. - Se sorprendió. - Está mejor. Se alteró mucho al principio, pedía disculpas demasiadas veces y temblaba... - Nunca había llegado a odiar a alguien, pero repudiaba a los muchachos que molestaron a su pareja. - No fue su culpa, metieron el dedo en una herida a medio cerrar, y con la condición de sus ataques... Era normal que reaccionara de ese modo, pero no saludable. Nunca lo vi tan estresado. Fresh y Geno se quedaron con él toda la noche, quería quedarme, pero me lo impidió, dijo que se sentía demasiado culpable y que no me dejaría sufrir por él... Pero así sufro más... Le pregunté a Geno antes de venir y dijo que al fin estaba durmiendo tranquilo, las pesadillas lo estaban matando. Me alegra mucho que ya esté mejor después de todo lo que pasó. - Limpiaba una pequeña lágrima de la comisura de su ojo. No le gustaba para nada que lo dejaran de lado, su espíritu servicial se estrujaba por dentro y su corazón daba un vuelco tratándose de el que le robó el corazón. - Pero iré a verlo en la tarde, eso me alivia. - Suspiró soltando sus penas y volviendo a su típica sonrisa. - Perdón, me puse un poco sentimental, ya sabes lo que opino de ese tipo de cosas, jeje. -

- Ink... - Bajó de la plataforma elevada un momento. Revolvió la parte abundante de su cabello. - Ya está, tranquilo ¿Si? A mi también me alegra que ya esté mejor, pero no puedes callarte esto. Irás y le dirás que te deje entrar en sus problemas, no puedes dar tu mano a torcer, ¿Me entendiste? - Era como su hermanito pequeño, una parte de su pequeña familia de cariño.

Asintió. - ¡Si! ¡Eso haré! No voy a dejarlo solo, ¡Menos en esto! - Decía confiado. - ¡Gracias Death! - Le dio un abrazo por su cintura al estar sentado y el otro de pie.

- Así se habla. - Correspondió inclinándose hacia adelante.

- Ejem. - No habían sentido los pasos del mayor. - Buenos días joven Comyet, buenos días Reaper. - Que oportuno momento en el que había llegado.

- B- Buenos días señor Gaster. - Se levantó del taburete, separándose rápidamente de la muestra de afecto. Siempre le tuvo algo de miedo.

Rodó sus orbes oscuras. - Buenos días padre. - Se cruzó de brazos. Si pudiera, diría que ese señor no era nada suyo, dolería al principio, pero no extrañaría el nulo afecto que le daba o las órdenes insólitas que le daba.

Su mirada inexpresiva observaba meticulosamente los dibujos del menor. - Buen trabajo Comyet, cada vez mostrando avances, pero ya sabes que nunca es suficiente para esta empresa. - Tragó en seco. - Si planeas mantener tu puesto debes mejorar significativamente Ink. Sigue así. - Con esas palabras se marchó, dejándolos solos.

Agarró con fuerza su lápiz. La sonrisa se había desfigurado, formando una mueca extraña.

- Eh. - Llamó la atención del pintor. - No te desanimes, tus bocetos son los mejores de la escuela, es más, yo digo que de toda París. No le hagas caso, no va a encontrar un mejor artista que tu, te lo aseguro. - Esa era una de las partes que más odiaba de su progenitor, borraba las alegrías por donde iba.

- Jaja. - Reía suavemente. - Gracias. - Otra sonrisa se posaba en su rostro. - ¡Sigamos trabajando! - Su entusiasmo era único.

Caminó de nuevo a la plataforma para seguir posando. Aprovecharía de escaparse con Ink al hogar de los Crayon-Queen, necesitaba un respiro de la sobriedad de la casa. Un café no le vendría mal.

Día de trabajo, al fin y al cabo, resultó divertido.

◦•●◉єℓ ¢ιєℓσ єѕ α мσтαѕ◉●•◦ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora