◦•●◉ ¢αρíтυℓσ 23: єѕтєℓα ◉●•◦

115 22 301
                                    

- ¡Ho-! - Se detuvo al sentir todas las miradas posadas en él. - ¿-la? - Entró con su bolso en mano, observando al rededor. - Creo que llegué en mal momento... - Soltó una risilla nerviosa para esconderse entre los Crayon-Queen, el también notaba toda la tensión acumulada, y eso le incomodaba. - ¿Qué ocurrió aquí? - Dijo en un susurro, esperando una respuesta. Lo único que recibió, fue silencio. Por primera vez en mucho tiempo, se quedó callado ante el abrumador ambiente.

El moreno tomó al monocromático del brazo izquierdo para llevarlo a la sala del comedor y vendar la muñeca lastimada.

- ¡No hay nada que ver! ¡Shu shu! - Hizo un ademán con las manos mientras sacaba el botiquín y acompañaba a los otros dos chicos.

Entró temeroso. - P- Perdón por llegar tarde... C- Creo que me voy con ellos... - Corrió en las puntas de sus pies. - ¿Night? - Se acercó a su hermano. - ¿Qué fue lo que me perdí? - Divisó al de orbes bicolor herido. - ¡Pobre cosita! - Fue el primero en tomar las gazas y revisar el área afectada del más alto. - ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? ¡Perdón por llegar tan tarde! Tal vez pude hacer algo más... - Parecía un niño pequeño haciendo un reproche.

- E- Estoy bien, au. - Se quejó suavemente. - Solo fue un accidente, no se preocupe por mi. -

Bufó molesto. - Nada de accidente, ese hipócrita al que llaman amigo se pasó diez pueblos. - 

- Error, sé que estás molesto, pero no es momento de esto, ¿Si? - Lo miró el peli-negro. - No lo hizo con intención de lastimarlo, solo no tiene control sobre sus emociones. Algo o alguien jaló el gatillo y ya era tarde como para detenerlo. Algo así como tú y tu enojo. - Le recriminó sorprendentemente calmado.

Gruñó en respuesta. - ¿Y qué se supone que hagamos? ¿Estar siempre al tanto de que nadie le haga nada? Tiene que aprender a lidiar con eso. Al menos mi mal humor-

- No te atrevas a continuar esa frase Error Crayon-Queen. - El albino entró en la sala. - ¿Tú mal humor qué? Igual lastimaste personas, igual te lastimaste, no digas que no lo hiciste, porque sabes que es verdad. ¿Y sólo por eso deberíamos llamarte una mala persona o un hipócrita? ¿No verdad? Entonces no opines nada que no se pueda aplicar a tu caso también. - Defendió a su amigo, ¿Por qué debería quedarse al margen de todo aquello? ¡Él quería participar! Era su familia y seres queridos quienes se encontraban en la cuerda floja, tenía que hacer algo. - Anda con Ink, está muy afligido y necesita de alguien mejor que Fresh para consolarlo. -

Se quedó sin palabras para salir pensativo de la habitación, ¿Cuándo fue la última vez que Geno le habló así? Desde que eran niños suponía. Vaya recuerdos que le llegaban a su mente...

Lloraba a mares, reprimiendo sus propios sonidos. Un lloriqueo silencioso pero profundo, apenas pudiendo recuperar el aire mientras las gruesas gotas saladas recorrían su rostro, dejando marcas en sus mejillas. Se consideraba un monstruo, ¿Cómo pudo haberle hecho eso a uno de sus mejores amigos? Y lo peor era que lo que dijo el moreno era verdad, lo había dejado, abandonado, como si fuera un muñeco que ya no deseaba. - Soy un asco de persona, soy de lo peor... - Pronunciaba inaudiblemente, ahogándose aún más en sus demonios. - ¿¡Tenías que arruinarlo todo?! ¡Soy un estúpido! - El llanto pronto se tornaba en gritos. No le importaba quién le oyera, no le importaba quién lo llamara, solo quería sacar de su pecho su odio propio.

Un pequeño revoloteo se oía en uno de los cubículos. Se calló, cubrió su boca con sus manos, ¿Qué había sido eso? Pronto la divisó, unas alitas con grietas, oh no... Había llamado a una... 

Se le acercaba tranquilamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Era improbable el escapar de la inminente akumatización que se le venía encima. Retrocedió hasta encontrarse pegado a la pared, tenía que hacer algo, y rápido. Giró su cabeza, ¡Un vaso! Lo tomó en sus manos para colocárselo encima del insecto. Se supone que los akumas no podían controlar a nadie sin un objeto, creía estar a salvo.

Cuando trató de soltar el utensilio de cristal, parecía haberse colado a su palma. - Demonios... - Ahora había un objeto con el que podía ser poseído. La mariposa ya se había desvanecido en el objeto, tornándolo de un tono violáceo para que la coloración subiera hasta su muñeca. Eso era malo, MUY malo.

Empezó a entrar en pánico, ¡Él era uno de los defensores de París contra esas cosas malignas! ¡No podía ceder tan fácil! Tenía que destruir el vaso...

Aprisionó su muñeca con su mano libre, tragó en seco soltando un suspiro y la golpeó contra la pared de azulejos. Una, otra, otra vez, una más, el vidrio volaba en cada impacto, gotas de sangre caían al suelo, el dolor recorría su extremidad hasta llegar a su columna, no podía parar, ya era tarde para eso.

Ya casi, un empujón más, vamos, tú puedes... Ya no podía sentir su palma... Lo había logrado...

La pequeña molestia salió disparada por la ventana, herida. Su respiración se cortaba, sus rodillas tiritaban y su vista se nublaba. Cayó al rendido al piso helado de cerámica, cerrando sus ojos lentamente, todo su cuerpo se sentía entumecido. Perdió la noción.

Parecía haber percibido algo, ¿Qué era esa rara sensación que tenía?

- ¿Ruru? - Preguntó al notar su extraño actuar. - ¿Estás bien? -

No sabía que contestar, ¿Se encontraba realmente bien? Por un instante pensó que era por no utilizar demasiado tiempo sus anteojos. Se disculpó con el castaño para ir a los vestidores y buscar sus lentes rojizos.

Una vez puestos, nada había cambiado. La extraña sensación persistía, y parecía incrementarse. Sus ojos parecían temblar, si, sus mismos globos oculares asemejaban a un terremoto. No podía fijar la vista en nada, todo se le hacía tan... Borroso. Se sostuvo de uno de los estantes llenos de casilleros individuales para que los que fueran pudieran guardar sus pertenencias en ellos. Cerró los ojos para frotarlos debajo de los vidrios, los abrió para presenciar una estela morada.

- ¿Qué...? - Se acomodó mejor los anteojos, pudo comprobarlo, no estaba viendo mal, estaba viendo algo que otros no podían ver. Una mariposa... Una mariposa morada... Una mariposa morada era la que dejaba aquella peculiar aurora boreal. 

Su cabeza procesó rápidamente la información que tenía, tenía que llamar a Geno, ahora.

◦•●◉єℓ ¢ιєℓσ єѕ α мσтαѕ◉●•◦ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora