Seguía durmiendo, hace mucho tiempo que no descansaba así de bien.
Los rayos de sol azotaban su rostro, despertándolo a la fuerza. - Agh... ¿Pero qué hora es? - Decía medio adormilado aún. El pequeño reloj en su mesa de noche apuntaba con sus manecillas a las 11 de la mañana. - Bueno... A dormir... - Se levantó de golpe. - ¡Ya casi es medio día! - Se alteró terriblemente. Por suerte era sábado y no tenía las clases respectivas, pero tenía hermanos y eso le preocupaba.
- Mgh... ¿Geno? - Se había olvidado por completo de la pequeña que yacía en el suelo a causa del repentino despertar.
- Hola Tikki. - Dijo sin prestarle atención mientras tiraba prendas de su ropero al suelo. - Perdón por despertarte, pero ya es demasiado tarde y mis hermanos seguramente ya quemaron la cocina o van a comer comida chatarra o, o ¡Yo qué sé! Pero el punto es que tengo que vigilarlos y me pasé más de 3 horas de mi rutina como 'La bella durmiente'. - Se vestía con apuro para luego peinarse con una coleta desaliñada y acercarse a la puerta. - No dejes que nadie te vea, puedes esconderte en uno de los cajones de mi escritorio, nadie nunca revisa eso, adiós Tikki. - Bajó corriendo las escaleras, casi cayéndose unas cuantas veces al andar descalzo para no perder tiempo. - ¡Chicos! - Gritaba mientras los buscaba con la mirada.
- No grites big brah. - Lo observaba extrañado arqueando su ceja partida. - ¿Cuál es el apuro? - Examinó la mesa del comedor, habían tostadas recién hechas con café del día anterior y una variedad de dulces, como mermeladas de distintos colores y mantequilla tibia.
- Pero... Pero.... - No sabía que decir. Dirigió su vista a la cocina, encontrando al moreno tarareando una canción tranquilamente mientras terminaba de hacer huevos fritos con tocino, un desayuno demasiado americano como para estar en París, pero a quién le importaba realmente. - ¿Error? - Mencionaba incrédulo.
- ¡AHHH! - En un acto reflejo, los huevos revueltos terminaron en el techo. - Genial... Ya no tengo desayuno... - Volvía a dirigir su mirada al mayor. - ¿Que haces aquí? -
- ¡Eso debería estar preguntando! - Movía sus brazos frenéticamennte. - ¿¡Tú hiciste el desayuno?! ¿¡Cómo es qué la cocina no está en llamas todavía?! ¿¡Por qué no me avisaron para prepararles algo de comer?! ¿¡Por qué no me despertaron?! - Hacía muchas preguntas en poco tiempo.
El peli-negro apagó la hornilla y se limpió las manos en el delantal café que traía. - Tranquilo, te noté muy cansado y quería dejarte tranquilo, además de que Blard me contó que tuviste una recaída ayer, no quería molestarte más de la cuenta. - Se sorprendió por lo maduro y calmado que sonaba. Ya no sabía si ese era un sueño o era la realidad.
- Y... Y... - Se quedaba sin palabras, diciendo cosas sin sentido o frases sin conexión alguna.
- ¿Crees que en tantos años estando en una cafetería, no sabría hacer algo más que un capuccino o un late? Pero, honestamente, prefiero quedarme en el mostrador o atender cosas menores, tu comida es la mejor del mundo. - Admitió con un leve sonrojo en sus pómulos. - Fresh es el único inepto que solo sabe hacer bebidas, al menos yo puedo cocinar algo decente. - Rodó sus ojos limpiando el mesón de trabajo con uno de los secadores colgados en el perchero.
- ¡Rude brah! - Se escuchaba a lo lejos.
- ¡Deja de husmear en las conversaciones ajenas y termina tu maldita tostada de una vez! - Gritaba en respuesta. - Como sea, es mi turno de preguntar, ¿Por qué no nos contaste de tu recaída? ¡Sabes lo preocupados que estábamos por ti en ese entonces! Ahora ya sabemos como tratarlo, ¿Por qué lo ocultaste, otra vez? - Se quedó en blanco, no sabía si matar a Blard por hacer ese momento más incómodo de lo que debería ser, o quererlo por preocuparse por él.
- No quiero preocuparlos, ese es el punto. - Respiró hondo. - Soy el mayor, el más responsable, el que los une para que no se maten entre ustedes, el idiota que perdió la beca, el que se quedó llorando toda la tarde al punto de casi quedar deshidratado por sus lágrimas, el que oculta sus cicatrices con vergüenza cuando hay personas exhibiéndolas y transformándolas en arte, el que era considerado un 'rarito' por tener un crush en un chico que ahora resulta ser mi compañero de clase, un estúpido con la autoestima más baja que no sé qué y que es demasiado débil como para arreglarlo, ¿¡Eso era lo que quería que te diga?! O el como los envidio por no tener problemas con su sexualidad en primer lugar, o que su físico sea bueno cuando yo tengo que cuidarme demasiado para no parecer una pelota o un alfiler, o que todos mis sueños siempre serán inalcanzables por ser tan idiota que perdí la última oportunidad que me dieron, incluso involucrando al señor Killer y que casi lo despidieran 4 veces por mi culpa, por tener compasión de mi. ¡¡¡Cómo quisiera morir de una buena vez para no preocupar a tantas personas que se interesan en este pedazo de basura!!! - Se desahogó, ya no sentía nada. No quería llorar, pero no se sentía bien. Se sentía insensible, tanto literal como figurativamente hablando.
- Geno... - Abrazó al mayor. El siempre había estado allí para él, era su turno de hacer lo que podía para ayudarlo. - Nos preocupa que nos ocultes las cosas, queremos ayudarte. Sabemos que tu autoestima necesita mejora, la beca era un paso importante para poder invertir más fondos en la cafetería, pero no es la única forma de hacerla crecer. ¿Tu crees qué si el servicio fuera terrible vendrían tantas personas al local? Obviamente que no. ¿Tardará unos años más? Lo más probable, pero ¿Qué importa? Los tres disfrutamos atender a los consumidores y preparar cosas que puedan alegrar el día a las personas, ¿Acaso no era eso lo qué buscábamos desde el principio? - Sintió un mar de emociones de repente, pero igualmente se quedó escuchando las palabras del menor. - Te vamos a ayudar todo lo que podamos, pero tienes que entender que no eres basura. Ayudas a todo el mundo, alegras los días por más nublados que estén, si no hubiera sido por ti seguramente seguiría siendo hafefóbico. Siempre van a haber personas que se interesen por ti, por lo bueno que eres. ¿Y qué si eres gay? Eso no debería detenerte de luchar por lo que te importa, debes ser una de las mejores personas que el mundo a conocido y te digo por experiencia, que eso no se encuentra con facilidad. - Le dedicó una sonrisa limpiándole las pequeñas lágrimas de sus ojos celestes intensos.
- Awww, Glitchy, no sabía que tu heart was tan suave. - Decía enternecido observando desde el marco de la puerta.
- Solo ven aquí idiota, - Extendió uno de sus brazos para agrandar el abrazo. - al menos, antes de que me arrepienta. -
El peli-rosa no se lo creía, corrió para aprisionar fuertemente a ambos.
- ¡Me arrepiento! ¡Me arrepiento! - Se quedaba sin aire por el agarre del más pequeño de los hermanos.
- Jajaja. - Se había escapado a tiempo, ya sabía de los 'abrazos de oso' del fiestero.
- ¡Traidor! - Estaba seguro de que moriría de asfixia allí mismo, siendo estrangulado por su herma-nemigo, pero si eso ocurría, al menos el de orbes moradas iría a la cárcel. Era como un 50/50.
- Lo siento Error, pero no quería morir sin haber visto tu boda con Ink. Unos cuantos años más y puedo morir tranquilamente. - El rostro del contrario se encontraba totalmente rojo.
- ¡Geno! - Se alegraba de que ahora el albino esté de buen humor pero eso no le daba derecho a molestarlo.
Reía, su estrés y su ansiedad se estaban disipando. Al parecer su día había comenzado con buen pie.
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◦•●◉єℓ ¢ιєℓσ єѕ α мσтαѕ◉●•◦ [EN EDICIÓN]
Hayran Kurgu"Una simple cosa, por más pequeña que sea, puede conectar a distintos mundos; hasta a los más precipitados e incoherentes. Al amor y al destino les gusta gastar bromas pesadas. Dime tú, ¿Quién podrá acertar en este incierto juego? Porque, al parecer...