Cuando la vio a su lado, no lo pudo creer. Era demasiada coincidencia, excesivamente bueno como para no tratarse de un milagro de Dios. Cuando se sentó en su puesto, respirando profundamente y aliviado de que ya se hubiese terminado el acto de inicio, no supo qué hacer al girar la cabeza y verla allí. Era esa misma sensación de no sentir nada más que sus propios latidos, frenéticos, desacompasados. Era sentirse otra vez en presencia de un ángel de luz. Sus mejillas se tornaron de un rojo intenso cuando ella lo miró de repente, y la vergüenza le hizo bajar la mirada. Fue cuando la escuchó reír levemente…Amó el sonido de su risa. Pero aún más amó su voz, cálida, delicada y cadenciosa, al escucharla presentarse frente a toda la clase.
Llegada la hora del almuerzo, intentó acercarse a ella, dirigirle unas palabras, preguntarle si lo recordaba del examen de admisión, pero no hizo absolutamente nada. La sola idea de estar tan próximo a ella lo llenaba de cobardía. Siempre había sido un chico tímido, pero nunca antes se había sentido tan retraído.
Se pasó observándola durante bastante tiempo. Muchos alumnos se le acercaban a hablarle. De seguro ellos también disfrutaban de aquella presencia celestial. Le llamó la atención el hecho de que presentara una solicitud al Club de Arte. ¿Sería buena dibujando? Quizás si él también se unía… Qué va, él no era bueno en esa clase de cosas. Le dolió saber que no había un Club de Botánica, o de Jardinería, en eso sí era todo un experto. Tenía en su casa un jardín que atendía todos los días, y desde pequeño le había interesado el mundo de las plantas. Quizá por ese motivo era bueno en Biología.
Sin que lo advirtiera, llegó la hora de irse. Su primer día en la Preparatoria había sido sorprendentemente corto. Cuando salió de su abstracción, ella ya no estaba. En el aula solo quedaban él y los alumnos encargados de la limpieza. Suspiró decepcionado, y se dispuso a recoger sus cosas.
—Tanzawa, te dejas esto.
Una voz conocida lo detuvo en la puerta antes de salir. Era un chico que conocía desde la Secundaria. Nunca habían sido grandes amigos, pero se llevaban bastante bien. Dejó en sus manos una libreta encuadernada en rojo, con el kanji de su nombre grabado en dorado, antes de irse despidiéndolo con exagerados movimientos del brazo. Ni siquiera le dio tiempo a decirle que el cuaderno no le pertenecía, pero tampoco se preocupó por explicarlo. Siguió su camino y se quedó mirando el pequeño librillo antes de abrirlo con descuido. Quizás dentro encontrara el nombre del verdadero dueño. Sus pasos se detuvieron y un escalofrío recorrió su columna. No supo qué hacer cuando sus ojos se fijaron, como estacas, en lo escrito en la primera página: Diario Secreto de Hayami Haru.
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La quinta estación
Romance(NOVELA EN EDICIÓN) Primavera, verano, otoño, invierno. Cuatro estaciones, cuatro historias. Primavera... Un amor que nace puro como el cielo... Verano... Sentimientos nublados por la distancia... Otoño... Lágrimas como lluvia al dejar ir lo que es...