3. Juntos y aparte

2 3 0
                                    

Se sorprendió que al llegar, él ya estuviese allí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se sorprendió que al llegar, él ya estuviese allí. Se fijó en cómo la miró, sin embargo, no le pareció que se hubiese impresionado mucho de verla sin el uniforme. Eso la molestó un poco. Había pasado toda una hora decidiendo qué ropa ponerse, qué colores combinar, qué estilo usar, y él ni siquiera le decía “te ves diferente”.

Era Navidad, y las calles estaban decoradas con luces de todos los colores. Todas las tiendas y casas se llenaban de adornos multicolores. Las personas estaban felices y se daban regalos como muestra del aprecio que se tenían. La Navidad era un día para renovar las esperanzas y el espíritu, y por eso era su celebración preferida pero al parecer, para él, era como un día más.

Fueron hasta la plaza central, y ella quedó maravillada con el gran árbol que se levantaba en su centro. Era más alto que un edificio de tres plantas, y estaba adornado con miles de luces que se encendían y apagaban, dando todo un espectáculo. De él pendían bolas doradas, plateadas, rojas y azules; ángeles vestidos de blanco; bastoncillos de caramelo; campanas y lazos. En la punta estaba colocada una gran estrella dorada que brillaba intensamente.

Nunca en su vida había visto cosa semejante, y le pareció lo más hermoso que se pudiera presenciar en el mundo. Fue tanta la emoción que corrió para estar más cerca, y comenzó a dar vueltas de la alegría. Rió tanto que se olvidó de que iba con él, y al recordarse se detuvo y lo miró algo avergonzada; sin embargo, en lugar de encontrarse con la expresión de desinterés que esperaba, su rostro solo mostraba una mirada ausente, perdida.

Fueron hasta el parque temático, donde subieron a todas las atracciones posibles. Patinaron en la pista de hielo, donde ella cayó más de una vez. Finalmente, decidieron terminar la salida tomándose un chocolate caliente que servían junto a galletas de chocolate en una de las cafeterías cercanas a la plaza.

El reloj marcó las doce. Ya la Navidad había acabado. La nieve caía sin parar y se amontonaba en los tejados y las calles. Caminaban de regreso a casa, sin decir una palabra. Él solo miraba hacia delante, pensando en algo que estaba más allá de ese lugar. Ella lo miraba algo cohibida, pues nunca antes lo había visto así. Sentía que, aunque hubiesen pasado toda la noche juntos, aunque en ese mismo instante estuviera a su lado, estaba muy lejos de él.

La quinta estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora