5. No renuncies

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Ya faltaba poco para iniciar el segundo concierto en Saitama

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Ya faltaba poco para iniciar el segundo concierto en Saitama. Tomaba agua en abundancia y ejercitaba su voz. Miró su rostro en el espejo, y se dio cuenta de que la sonrisa que siempre llevaba antes de iniciar cualquiera de sus espectáculos había desaparecido.

— Comienzas en diez
— ¿Debería hacerlo?
— ¿Qué quieres decir?

Sumire cerró la puerta del camerino y se sentó al lado de la joven muchacha que miraba fijamente su reflejo.

–– No puedes estar dudando ahora, Mayumi.

— Pero… Se supone que ahora debería estar en Kioto, con él. Realmente quiero verlo… y él debe querer verme también. Cuando le dije que no regresaría hasta agosto, me colgó antes de terminar la frase. Luego de eso me pidió perdón, pero cada vez que hablamos lo noto diferente…

— Dime, Mayumi, qué es más importante para ti, ¿tu carrera o tu novio?

— Son cosas diferentes, Sumire, y lo sabes. Él es la persona que más amo en este mundo…pero mi carrera es el sueño que siempre tuve…

— ¿Y estás dispuesta a dejar atrás tu sueño? ¿Eso es lo que quieres? Tú mejor que nadie sabes lo que te costó llegar hasta donde estás hoy.

— No lo quiero dejar atrás…

— ¡Entonces, no renuncies! Esto es lo que te gusta hacer, Mayumi. El escenario, la música, ¡esa es tu vida! Sabes bien que no hay nada más complicado que llevar una relación y una carrera en el mundo del espectáculo al mismo tiempo, pero sabías como sería antes de empezar. Si él realmente te ama, debería entenderte. Sé que debe ser difícil para ti, pero piénsalo.

— Tienes razón, Sumire. Este es mi sueño, y él debe entenderlo… Pero te diré algo. Esta gira no estaba prevista, y solo la hago para no hacerte quedar mal, y por los fans. Pero la próxima vez, no aceptaré compromisos tan grandes como este que no hayan sido programados con anterioridad, principalmente si eso afecta mi relación.

— Como quieras, te dejo sola para que termines de arreglarte.

Cuando la puerta se cerró, Mayumi volvió su vista al espejo. Si su amor era fuerte, podrían sobrellevar cualquier situación, estaba convencida. Tomó la peineta dorada y la colocó suavemente a un lado de su cabeza. Respiró hondo, y dibujó en su rostro una amplia sonrisa de seguridad.

La quinta estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora