9. The man who sold the world

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Sakura

El hombre lobo se había marchado después de haberle regalado (según su clasificación) una de las mejores folladas de su existencia. Mejor que las de Itachi, definitivamente.

¿Cuando volvería a verlo? No, no podía darse el lujo de extrañar a un desconocido, por más increíble que fuese su encuentro, agradecía no haber preguntado su nombre, era más sencillo cuando el recuerdo no tenía etiqueta de identificación.

El llanto de Sasuke la devolvió a la realidad.

-Demonios Sasuke, tu madre es una degenerada, ¿lo sabías? creo que algo se me pegó de tu padre después de todo-

La suave risa del bebé contestó su comentario y le llenó de calidez el pecho. Daría todo por escuchar ese sonido el resto de su vida... y literalmente había jurado dar por él el resto de su vida.... ese era el único amor que podía experimentar de ahora en adelante.

-Lo siento licantropo... lo siento Sakura interna... ya no puedes jugar, tenemos mucho que perder-

Las palabras escaparon de sí, con un tono de melancolía y resignación mientras miraba en dirección al bosque. Ni sus poderes de bruja le advirtieron que sus caminos tardarían años en cruzar nuevamente.

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El hombre sin nombre tiene un hogar

El joven peliplata había escapado por el patio trasero, a paso rápido, pese a que el riesgo de encontrar a alguien era casi nulo. Si topaba con alguien, seguramente se trataría de los propios miembros de su pequeña familia.
Poco pasó para vislumbrar su hogar, una cabaña aledaña a la laguna, al menos dos veces más grande que la de Sakura. Al llegar percibió el inconfundible aroma a sangre, y no es que aquello fuera inusual, ¿el problema?, definitivamente era sangre desconocida.

-Chicos!, ¿dónde están? ¿Que carajo pasó?!!-

La respuesta a su pregunta se presentó en forma de quejidos, quizá un llanto crudo: era culpa.

Se asomó a una de las habitaciones cercanas a la entrada lateral de su hogar, frente a la sala de estar.

Un atractivo hombre de cabello castaño, con el cuerpo cubierto de sangre y la mirada fija a un punto ciego en la pared estaba sobre la cama; frente a él, otro hombre de pelo oscuro, con una pronunciada barba, fumando como si su vida dependiera de ello.

-¿Qué coño hiciste Yamato?!-

No hubo respuesta, el hombre estaba perdido en sí.

El peliplata continuaba desnudo sobre el umbral de la habitación pero aquello no pareció importunar a nadie.

Hijo de la luna (En Curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora