Again ⇝ Charlie Weasley ✔

T R E I N T A Y U N O

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A M I G O S

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Aquel día había decidido acompañar a Charlie al santuario, gracias al tiempo que había pasado en aquel tiempo lugar, la mayoría ya me conocían aunque fuera de vista y sabían que Charlie era mi novio.

Ahora caminaba por el sendero junto a Braham, el hombre parecía tener muchísimo tiempo libre, más que los demás trabajadores, pero sinceramente no me animaba a preguntar la razón.

Por otra parte, él y yo nos habíamos vuelto muy buenos amigos. Me gustaba mucho conversar con él y al parecer a él también le gustaba pues era quien me buscaba en cuanto ponía un pie en el santuario.

—¿Y cuánto tiempo más estarás aquí en Rumania?— me preguntó.

Me mantuve en silencio un largo momento mientras miraba hacia abajo.

—No mucho más, aunque a Charlie no creo que le guste que me vaya pero no comprende que este no es mi lugar.

—¿No eres feliz?

—No es lo que quiero decir. Amo a Charlie más que a nada en el mundo, pero también amo mi trabajo y estar en acción— suspiré— algo que no podré lograr aquí.

—Eso quiere decir que no eres feliz— frunció el seño.

Ambos comenzamos a reír.

—Supongo que tienes razón. Pero yo no le podría quitar esto a Charlie... los dragones y criaturas mágicas son su vida entera.

—Entiendo que lo amas, pero no por eso debes sacrificar tus sueños. En algún momento tendrás que decidir si prefieres a Charlie o a tu trabajo y él tendrá que decidir lo mismo.

Dejé de caminar.

—Esto apesta.

Braham dejó salir una gran carcajada.

—El amor es complicado, si fuera fácil no lo disfrutarías.

—El amor apesta.

—En eso concuerdo contigo.

Continuamos con nuestra caminata. En verdad me alegraba haber conocido a Braham, en poco tiempo se volvió alguien muy cercano a quien podía contarle mis problemas.

—Por cierto, ¿cómo es que siempre tienes tanto tiempo libre?

Levantó los hombros mientras una gran sonrisa se asomaba.

—Logro persuadir a las personas con mis encantos.

Reí un poco mientras rodaba los ojos.

—Eres muy vanidoso.

—Sólo digo la verdad.

El hombre dio media vuelta para mirarme y comenzó a caminar de espaldas mientras hacía extrañas y graciosas poses. Debo admitir que me seguía pareciendo extremadamente atractivo, aunque no me gustaba.

Dejé salir grandes carcajadas mientras lo miraba.

—¡Cuidado!— le grité, pero fue muy tarde.

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Braham comenzaba a abrir los ojos por lo que lo miré con preocupación. Se acostumbró a la luz y luego se incorporó.

Se llevó una mano a la cabeza mientras se quejaba.

—Ugh, ¿qué pasó?— preguntó.

Lo miré preocupada y luego vi a Charlie que estaba de pie junto a mi.

—Lo que pasó es que eres un idiota— contestó el pelirrojo.

Braham lo retó con la mirada pero enseguida me vio a mi.

—Bueno, pasó que te tropezaste con una gran roca y te diste un fuerte golpe en la cabeza. Te desmayaste y tuve que llevarte cargando en la espalda.

Los ojos de Braham se abrieron más de lo habitual y sus mejillas comenzaban a tornarse de un color rosa.

Escuché a Charlie soltar una risa.

—Te dije, eres un idiota.

El pelinegro lo ignoró y se dejó caer en la cama.

—Gracias por ayudarme, Erine— dijo mientras me sonreía.

—Para eso son los amigos.

Tomó mi mano y la llevó a sus labios para dejar un beso, esta vez fui yo la que se sonrojó.

Charlie soltó un bufido y se fue a paso rápido de la enfermería.

—Creo que nunca le agradaré a tu novio.

Me encogí de hombros mientras miraba por donde se había marchado el pelirrojo.

—Ya se le pasará.

Ambos reímos y volvimos a entablar una larga conversación. Ahora Braham tenía una mejor excusa para pedirle a sus compañeros que hicieran el trabajo por él, al menos por una semana.