Relatos de un vigilante
Nueva York; la Tierra
El filo de la daga dejó una pequeña raspadura en el cuello de Neeva. Hiraeth la tenía acorralada en el suelo, sus piernas estaban enroscadas en su cuerpo y su enorme brazo aferrado alrededor de su tórax para detener sus brazos mientras que la amenazaba con su arma.
—Puedo hacer esto todo el día, Neeva.
Ella quiso resoplar, pero sabía que sólo conseguiría enterrarse el filo metálico en su yugular y estaba cansada de que su cuerpo estuviera cada vez más cubierto por cicatrices.
No se había despertado hace mucho, pero el dolor había abandonado su cuerpo seguramente gracias al remedio que Hiraeth le había proporcionado la noche anterior. Alrededor de media hora atrás, sus pies descalzos se habían desplazado por el suelo barnizado; había abandonado la cama en la que estaba despatarrada y lo primero que intentó fue abrir la puerta de un tirón. No era una sorpresa que estuviera cerrada, pero contaba con la ventaja de que ya no estaba drogada, ningún hechizo la manipulaba para mantenerla sedada, por lo que se le ocurrió derretir el pomo de la entrada con el fuego de su ira.
Hizo exactamente lo mismo con la puerta principal y ni siquiera se detuvo a buscar su mochila que Hiraeth había conseguido para ella del complejo de Silvery, no se molestó en buscar un arma y ese fue su más grande error.
Con pasos ágiles y apresurados, alguien subía las escaleras del apartamento, cargado con bolsas de papel madera llenas de verduras y comida comprada. Entonces, Hiraeth notó la presencia de Neeva fuera del departamento.
Su primer impulso fue alzar una ceja confundida porque recordaba haber cerrado con llave, pero al ver las llamas infernales en las manos de Neeva, echó a correr tras ella que había intentado escapar por otro juego de escaleras. Sin embargo, Neeva aún estaba algo débil y se había quedado sin energías en poco tiempo.
—¡Me sueltas ahora mismo!
Neeva le propinó un codazo, pero el abdomen del muchacho tenía la composición de una plancha de hierro ya que ni siquiera se inmutó. Había logrado darle un coscorrón en la cabeza momentos atrás, pero tampoco había podido derrotarlo y eso generaba mucho malestar en ella. No sabía si debía rendirse o largarse a llorar como una condenada. Había estado a punto de masacrar a Magaer unas semanas antes y en ese momento, ni siquiera podía ejecutar un movimiento limpio.
—Si lo hago... ¿Me dejarás hacernos el almuerzo para sentarnos a aclarar este malentendido en el balcón? —habló él en su cuello, el soplido le causó escalofríos—. Estoy seguro de que lo único que necesitas es un poco de aire para procesar las cosas.
Negó repetidas veces y se sacudió como una serpiente enloquecida.
—¿Crees que soy tan estúpida como para decirte que sí?
—Neeva, como dije una variada cantidad de veces, sólo quiero ayudarte a... —Pero fue interrumpido antes de que pudiera proseguir.
—Eres un Khillin, Hiraeth, eres uno de los malditos cobardes que se unió al bando de la perra de Altory —masculló con desprecio sin poder liberarse de él—. Lo último que haré es confiar en alguien como tú.
—Si no recuerdo mal, tu novio también fue un Khillin hace tiempo atrás —comentó sin escrúpulos—. Quinn Belford, el soldado de mirada oscura y asesina, cabellos blancos y estocadas imperturbables. Lo recuerdo bien, interpretaba un papel muy importante de incógnito para la Corte de Oxygen, pero yo no lo supe hasta que tuvimos una fuerte pelea.
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HEART |2|
Fantasy[SEGUNDO LIBRO] "Atlory colocó su corazón palpitante dentro del cofre, lo guardó bajo llave donde nadie más pudiera encontrarlo y entonces, la guerra oscura comenzó." Neeva ha alterado el curso de todo lo que sus enemigos tenían planeado, pero como...