HEART |2|

CAPÍTULO I

Cómo teletransportarse y vivir para contarlo

En algún inhóspito rincón del universo

Podría describirse como la sensación de un algodón de azúcar al deshacerse en la boca, pero la cuestión en sí, era que Neeva se sentía el algodón y había algo que la estaba intentando succionar, como si la estuvieran masticando o intentando desintegrarla.

Unos minutos antes, un hormigueo le había nublado los sentidos y justo cuando sintió que estaba por rozar las yemas de los dedos de Quinn, quien estaba justo enfrente de ella y corría en búsqueda, su propia energía la tragó con fuerza, dos manos la aferraron por la cintura con brusquedad y los bordes del  portal se iluminaron lanzando destellos.

Pensaba que el vacío era de un negro intenso e impenetrable, por lo que Neeva se espantó al entender que era todo lo contrario, se sentía brillante como si estuviera a punto de entrar a un paraíso, se sentía glorioso y peligroso a la vez.

Quinn pegó un grito ensordecedor, pero ella no pudo oírlo.

—Quinn... —susurró su nombre con miedo y desesperación, rogando escuchar una respuesta.

Claro que Neeva no tenía manera de saberlo, pero él la había oído. La conexión entre sus almas era fuerte, pero en Lightworld su potencia era mucho más precisa y en ese momento se sintió como si el lazo que los unía temblara.

El bloqueo que habían instaurado en sus mentes cuando eran unos pequeños había funcionado a la perfección dado a que Neeva estaba demasiado lejos de su fuente común de energía. Ahora, cada cabo que los mantenía conectados, se iba acortando a medida que la dimensiones tragaban a Neeva y Quinn no podía hacer más que quedarse varado en su mundo.

—Quinn —No hubo respuesta—. Creo que estoy... ¿En dónde estoy?

La distancia era tan grande que Neeva no era capaz de escuchar que él intentaba comunicarse con ella, guiarla hacia él. Quinn dejó de aullarle al cielo, se detuvo cuando entendió que los susurros eran lo último que había quedado de ella.

Neeva perdió el poco control que le que quedaba, sus ojos parpadearon y el brillo azul se fue extinguiendo gradualmente. Esta vez, en lugar de algodón de azúcar, sentía como si hubieran atado diferentes partes de su cuerpo con cadenas y muchas fuerzas tiraran al mismo tiempo, desgarrando sus músculos, intentando llegar hasta su núcleo.

Rugió con todo su esmero y las lágrimas de su pérdida total de esperanza comenzaron a caer de sus ojos, pero ni siquiera podía sentirlas en sus mejillas. Hasta que, luego de unos minutos que fueron como siglos, el dolor se volvió insoportable e intentó ahogar una risa seca.

Sabía que no tenía salvación, nadie llegaría a rescatarla esta vez.

❂ ❂ ❂ ❂

Despertar fue una combinación de gestos que se desencadenaron al mismo tiempo en todo su cuerpo.

Primero abrió los ojos de golpe, sus pupilas se fueron achicando a medida que la luz que entraba por la ventana le abrazaba el rostro. A continuación, sus manos se aferraron a las sábanas color lavanda de la cama en la que estaba desplomada y por último, al erguirse, se dio cuenta de que cada mísera parte de su ser le causaba una desmedida dosis de tortura.

Llevó una mano hacia su cuello, la zona más atrofiada, y luego intentó mover los dedos de los pies que parecían congelados. Se bajó de la cama con cuidado y dio vueltas en la habitación mientras que observaba los vendajes en sus brazos como si alguien hubiera cuidado de ella durante días.