CAPÍTULO XVII

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El encantamiento de la Reina

Mortem Ville; Ciudad Nocturna

Bianntris estuvo a punto de volar por los aires cuando la fuerza de la lanza la golpeó, enterrándose en su hombro. La sorpresa le tiñó el rostro, que empalideció segundos más tarde y una lágrima se deslizó por su mejilla hasta caer al suelo. No tuvo la fuerza de gritar un encantamiento porque sentía que se ahogaba con su propio dolor y tampoco soportaron sus piernas, que la dejaron aterrizar contra su armario.

—¡Señorita!

Dewt perdió el aliento cuando la vio desplomarse, cuando la sangre brotó de una parte de su frente y el fuego verde provocó una magulladura grave en su cuello. La lanza de Torkas le perforó el hombro y Bianntris permaneció completamente desmayada mientras que luchaba por no desangrarse. El Raklet quería echarse junto a ella y llorar a mares por su pérdida, pero ya no tenía la paciencia para ser el mismo inútil, ya no tenía nada que perder.

Torkas y Borph no poseían tan buenos reflejos debido a su inconmensurable tamaño, por lo que no vieron a la verrugosa criatura arrimarse hacia ellos con velocidad y su dentadura lista para desgarrar sus cuellos. Dewt se trepó entre ellos con sus ojos rosas enfurecidos y comenzó a clavar el filo de su hacha de un cuerpo al otro mientras que sus tarascones se encerraban en los brazos de los Goowts. Pero a pesar de que ambas torres vestidas de negro y llenas de protuberancias malolientes, comenzaron a tambalearse, uno de ellos logró tomar el cuerpo de Dewt entre sus dedos.

—Pagarás por esto.

Dewt no se dejó dominar por los insultos, forcejó entre los dedos de Borph mientras que intentaba asegurarse de que Bianntris no se había incinerado sobre el armario. Encontró sus ojos cerrados, su cuerpo inmóvil tendido sobre su propio vestido y a Ferida junto a ella como si intentara revivirla, como si estuviera aplicando un hechizo para cederle una parte de su alma. Ferida estaba muy débil y sabía que si no hacía algo para ayudarlas, ambas morirían.

El Raklet sintió un dolor atroz en la zona baja de la espalda, un sufrimiento insoportable que se extendió por cada extremidad hasta dejarlo inconsciente. Uno de los Goowts estaba aplicando su fuego verde para dejarlo fuera de combate y antes de que pudiera hacer nada, Dewt cayó al suelo para ser barrido por los dos gigantes hasta las mazmorras del castillo.

Mientras que Borph pateaba a la criatura verde verrugosa, Torkas se había inclinado para llevarse la cacerola con algunos de los ingredientes que estaban ordenados en la caja de madera. El hechizo no estaba terminado, pero aún así, Atlory lo recompensaría por haber frustrado el escape de Ferida Ranger y la Señorita Bianntris. Se daría todo un festín con la sangre del Raklet y luego roería sus huesos.

—Bianntris, por favor, despierta... —Cuando los Goowts abandonaron la habitación, la Reina se levantó con pesadez y tanteó todos los instrumentos que disponía para realizar al menos un hechizo.

—Voy a morir. —La voz sutil y frágil hizo que los nervios de Ferida se tensaran, pero cuando la oyó, intentó tomar sus mejillas entre sus dedos, presionarlas hasta que volviera su tono chillón—. Si... si vuelves a ver a mi familia...

Los cabellos rubios y sueltos de la Reina se agitaron cuando ella negó rotundamente. Las lágrimas caían una detrás de la otra, su magia débil vibrando entre sus costillas.

—Tú los verás, querida, no irás a ningún sitio.

Ferida tomó algunos frascos mientras que revolvía con el dedo algunas esencias, hojas secas y restos de cristal el interior de la caja de madera. La sangre de Bianntris que brotaba de su hombro se fundió junto a la mezcla junto con uno de sus cabellos y el cuarzo rosado que aún aferraba entre sus dedos. Ferida cerró los ojos y llamó a su poder entumecido por tantos días en cama, moldeó su magia hasta que se manifestó entre sus dedos.

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⏰ Última actualización: May 22, 2021 ⏰

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