Capítulo 1

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Otra vez de guardia, desde que vinieron los chupasangres italianos no hemos vuelto a tener acción, la manada está bien. No es necesario que hagamos las guardias en parejas, por lo que no tengo que escuchar los pensamientos de mierda de los demás, suficiente tengo con mi mierda para tener que aguantar la de los demás, como por ejemplo Sam, cuando Leah se unió no paró de soltar pensamientos deprimentes que unidos a los de Jacob eran un puto infierno.

A mí me gusta la idea de ser un lobo, soy rápido, fuerte y encima si ya era guapo antes de transformarme, ahora las tías caían solas, era estupendo, pero claro, con la mierda de la imprimación no puedo ligar con ninguna, ni tirármelas ni nada, nadie quiere una segunda temporada de Leah-Sam-Emily, por lo que Embry, Seth, Collin, Brady y yo pasamos de las tías hasta que encontremos a nuestra impronta... Si llega, claro está, eso nunca se sabe, pero hasta entonces, nuestra mano derecha es nuestra mejor aliada.

Corriendo por el bosque no noto nada fuera de lo normal, a lo mejor el alto número de animales que saben que en nuestro lado están a salvo de ser comidos por sanguijuelas, pero no hay nada raro, por lo que decido correr por el borde de la Reserva. Y como no, nada fuera de lo normal alrededor de las casas, solo monotonía hasta que unos ruidos llaman mi atención provenientes de una de las casas más pequeñas de la Reserva, me acerco un poco más para estar seguro de que no pase nada malo, pero mi lobo me dice que hay que entrar ahí ya. Me escondo en unos matorrales cercanos y me transformo en humano y rápidamente me acerco, puedo escuchar los gritos de un hombre borracho.

—¡Sal de ahí, pequeña estúpida! Eres la siguiente, ¿no quieres hacer compañía a mami? —Exclamó un hombre. Seguí escuchando y mi lobo estaba ansioso, quería que entrásemos ya en esta casa, pero ¿qué hacer? Saqué el móvil de mi bolsillo y llamé a Sam para que venga, si iba a tener el delito de allanamiento de morada en mí historial que fuese con el jodido alfa por darme esta guardia. A los quince minutos Sam, Jared, Quil y Embry estaban a mi lado y Sam había decidido llamar a la puerta. Jodido imbécil. Un hombre de unos 35 años abrió la puerta apestando a alcohol, horrible, casi igual de mal que los chupasangres.

—¿Qué? —Contestó con una voz pastosa típica de borrachos.

—Buenas tardes, soy Sam Uley, miembro del Consejo de la Reserva, uno de mis muchachos ha escuchado gritos desde fuera, y quería saber si todo está bien. —Habló Sam demasiado amable. Ignoré al hombre mientras escuchaba el interior. Sólo escuchaba un corazón desenfrenado acompañado por el olor a miedo y sangre. Ahí dentro había alguien herido, la sangre no salía de él.

—Todo bien, vivo solo. —Dijo tras echarnos una mirada a todos, como evaluándonos, pero era evidente que estaba mintiendo, por lo que lo empujé con fuerza y pasé al interior de la casa. El salón olía a sangre, me acerqué y vi una mujer en el suelo con un disparo en el pecho.

—¡Sam! ¡Aquí hay un cuerpo! —Exclamé intentando sentir su pulso. Si, efectivamente no tenía, pero seguía escuchando el corazón desenfrenado , por lo que lo seguí escuchando de fondo los gritos y forcejeos del hombre, enseguida Jared se puso detrás de mí. Llegamos a una puerta que estaba llena de golpes que seguramente serían del tío ese, el corazón se escuchaba desde el otro lado, así que golpeé con suavidad.

—¿Hola? Soy Paul Lahote, conmigo está Jared Cameron, ¿estás bien? —Pregunté con la misma suavidad con la que había golpeado la puerta, el olor a miedo había disminuido, pero seguía ahí. Nadie me respondió, por lo que Sam llamó a la policía y nos hizo salir de la casa, donde Embry y Quil tenían agarrado al borracho. En quince minutos llegó el jefe Swan seguido por una ambulancia, le explicamos lo ocurrido y vimos salir a Carlisle de la ambulancia.

—Lo he llamado yo. —Dijo el jefe Swan ante nuestra reacción, se me olvidaba que ya sabía lo que éramos tanto nosotros como ellos. —Sam, espero que no te importe.

—No, tranquilo Charlie, seguro que tienes la autorización de Jacob. —Contestó mientras veía al chupasangre entrar a la casa, se quedó ahí un buen rato hasta que oímos la puerta que estaba cerrada abrirse.

—Hola pequeña, ¿cómo te llamas? —Preguntó con suavidad el chupasangre, pero nadie respondió, ¿por qué mi lobo estaba obsesionado con el olor que había tras esa puerta? Pude escuchar al chupasangre andar por el pasillo, cuando salió de la casa pude ver que llevaba en brazos a una chica en brazos, solo podía ver su pelo largo, muy largo y moreno, sin darme cuenta me acerqué hasta que pude ver sus preciosos ojos verdes y caí, pero la caída no era mala, era buena, mientras caía, iba notando cada hilo que me unía a otras personas cortarse y unirse a esta pequeña con mirada asustada, me acabo de imprimar.

Mi imprimada estaba herida y en brazos de un chupasangre, mi lobo no estaba nada contento y yo tampoco, por lo que, sin pensarlo, alcé a la chica en mis brazos y la abracé con fuerza. Ella se dejó hacer y me la acomodé bien contra mi cuerpo, era tan pequeñita y estaba helada.

—¿Paul? —Preguntó Quil desde mi espalda. No me había dado cuenta de que todos me estaban mirando, así que me giré y comencé a caminar hacia la ambulancia, mi imprimada tenía que estar bien.

—Paul se ha imprimado. —Dijo Sam con voz alegre.

CURA MIS HERIDAS |PAUL LAHOTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora