Sebastian y Emily.

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París, Francia.

Está es nuestras primera vacaciones en familia, nuestros mellizos de dos años salían por primera vez del país para conocer la ciudad donde sus papás se conocieron.
Todo comenzó en Francia hace años atrás, mi odiosa vecina era insoportable y solo bastó dos palabras cruzar con ella para darme cuenta que era el tipo de mujer que quería lejos de mío pero como dice mi sabio abuelo, cuando tu destino está marcado y la mujer de tu vida llega no hay nada que puedes hacer para impedirlo porque tarde o temprano los caminos se volverían a unir. El mío con el de mi amada Emily fue así en ese crucero que tanto odié pero fue una de las mejores propuestas que me habían obligado aceptar.
Todo cambió, reencontrarme con ella, revivir nuestro amor, perdonar nuestros errores, ser padres,casarnos y por último tener nuestro propio restaurante, Emily hizo todos mis sueños realidad.

Este Sebastian que soy ahora no sería nada sin mi amada esposa.

- ¿Qué tanto piensas? - pregunta ella llegando al balcón del departamento.

- Está ciudad es muy importante para nosotros - digo al mirarla a los ojos.

- Nuestro amor empezó en la ciudad del amor - comenta divertida.

- Te amo, esposa - murmuro al traerla más cerca mío.

- Te amo, esposo - musita juntando nuestros labios en un suave.

Emily y mis hijos son todo lo que está bien en mi vida.

Estábamos nuevamente en París para acompañar a nuestros amigos en su boda, aunque me costaba creerlo Charles y Laura darían en sí después de dos años intensos para ellos, dónde pasó de todo hasta tuvieron a Aimée, mi linda ahijada.
Hasta la vida de ellos había cambiado en ese crucero, los tres odiamos que Jean Paul nos haya obligado aceptar el trabajo pero esa orden hizo de nuestra vida la mejor de todas, ahora ellos estaban juntos y bueno yo estoy felizmente casado con Emily.

- Creo que me gustaría vivir aquí - reconozco mientras ambos miramos el amanecer abrazados.

- Pensé que tú lugar en el mundo era Chicago - acota mirándome a los ojos.

- Lo es pero este también lo es ¿Cuál es tu lugar en el mundo? - le pregunto acariciando su mejilla.

- Dónde estés tú y nuestros hijos - afirma con tanta seguridad.

- ¿Sería loco que te diga que vivamos un tiempo acá y otro en Chicago? - consulto mordiendo mi labio inferior.

- Sería una locura, tenemos el restaurante en Chicago y los bebés ... Estás loco Sebastian - sentencia.

- Podemos tener otro restaurante aquí, tu postre ya nos hizo famoso y acá será un boom ... -

- Estás loco - asegura negando su cabeza.

Se que mi idea es descabellada pero podríamos estar medio en año en cada país, por lo menos ahora que los niños son pequeños lo podemos hacer y cuando tengan edad para escolarizarse elegiremos el mejor lugar para quedarnos, se que a Emily le preocupa la familia y seguro se volverán locos pero son nuestras decisiones, creo que me gustaría dividir mi vida entre estás dos ciudades.

Mi esposa me obliga a que vaya empezando a cambiarme mientras ella prepara a los niños así cuando termina podría tener un momento para ella sola y embellecerse muchos más de lo que ya es, soy tan afortunado de tener a esa mujer a mi lado.

- ¡Papi! - escucho un chillido y sonrío cuando mi terremoto rosa viene corriendo a dónde estoy.

- Hola pastelito - la saludo subiendola a mi regazo.

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