Ariel y Adler.

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La vida es como un gran libro, cada etapa son los capítulos que quedan marcados en el recuerdo, son nuestras marcas, una historia donde nosotros somos los responsables de escribir día a día, cada suceso que nos pasa, tanto lo bueno como lo malo, es lo que dejamos en nuestra historia de vida. La mía estuvo llena de dolor, muchas personas me lastimaron y destrozaron cada parte de mi ser, tuve la suerte que en mi camino hayan aparecido eso seres de luz, mis ángeles guardianes que ayudaron a renacer como un ave fénix, para ser está fuerte mujer que todavía estoy construyendo.
Tuve un camino difícil pero eso hizo que está Ariel vea de otra forma el mundo, no todo es malo porque también está lo bueno y eso se lo debo a Bautista, sin su amistad en mis tiempos difíciles no se que sería de mi vida, Bianca fue otra de las personas que fueron ese soporte y por último estaba este hombre que apareció cuando menos lo esperaba, él que me ayudó, al que no le importó lo que me sucedió, ese maravilloso hombre que tengo la dicha de llamarlo mi esposo, Adler es mi mayor regalo en mi vida.

- Creo que no deberías estar trabajando - me dice mi compañera.

- Lo sé, pero me siento bien y quiero seguir ayudando - contesto acariciando mi gran vientre de treinta y seis semanas de embarazo. Una locura que esté trabajando, pero como todo venía bien me podía dar el tiempo para trabajar solo unas seis horas, además cuando uno trabaja de lo que ama, no hay excusa. Soy fisioterapeuta infantil, cumplí uno de mis sueños y no hay nada más gratificante ver la rehabilitación de los niños a lo largo de los tratamientos.

- Estás loca, Ariel - murmura mi compañera negando su cabeza.

Sonrío mirando nuevamente la lista de pacientes que tendría este día, con cada uno se crea un vínculo especial tanto con ellos como con sus padres para hacer que el tratamiento sea más ameno si trabajamos en bloque.

- Hola Ariel - me saluda la mamá de Luke entrando con su pequeño bebé de seis meses al que debido a una mala praxis en el parto, nació con una parálisis braquial obstétrica.

- Buenos días - digo con una gran sonrisa.

- Pronto nacerá tu bebé - comenta  Marie, al entregarme a su hijo.

- Si en un par de semanas nacerá mi pequeña - acoto sin borrar mi sonrisa.

Adler y yo fuimos bendecidos con la llegada de una niña a nuestra vida, cuando la obstetra nos confirmó que era tuve mucho miedo sobre todo por este mundo donde las mujeres todavía nos siguen tratando como débiles y con nosotras hacen lo que quieren, sin impunidad. En el mundo de hoy es demasiado difícil ser mujer, pero mi esposo me había prometido que siempre la cuidaría, nada malo sucedería porque él estará ahí listo para matar a cualquiera que quiera lastimar a nuestra princesa.

- Te muestro algunos ejercicios que puedes hacer con Luke en casa, no creo que la próxima semana esté pero mis demás compañeras son buenas y ayudarán esas semanas que no estaré - le cuento a Marie mientras le muestro e indico unos ejercicios de movilidad para hombro y brazo que ayudarán a su bebé que poco a poco recupere el funcionamiento del hombro.

- Gracias Ariel - dice dándome un fuerte abrazo.

Después de terminar la terapia, al levantarme de mi silla siento un fuerte dolor en mi cintura y todo se vuelve peor cuando siento como mis pantalones se mojan dejando claro que es lo que estaba sucediendo.

- ¡Chicas! - grito llamando a mis compañeras.

- Ariel - murmura Sabrina acercándose. - Llamen a maternidad y a su esposo - ordena haciendo que me vuelva a sentar en la silla.

Me sentía bien, las contracciones eran muy pocas y espaciadas, lo que me dejaba tranquila mientras mis compañeras corrían por todos lados, una enfermera de maternidad me vino a buscar en una silla de rueda para subirme con urgencia al área. Lo único que necesitaba era a Adler a mi lado, solo esperaba que no esté en un operativo justo en este momento porque quería que este a mi lado cuando naciera nuestra hija.

- Solo cuatro centímetros de dilatación - me informa la doctora Carter. - Dejaremos que sigas haciendo el trabajo de parto natural, iremos controlando cada media hora tu dilatación y el ritmo fetal del bebé - agrega sonriendo.

- Gracias doctora - sonrío sintiendo como la bebé no paraba de moverse en mi interior.

- ¿Estás sola? - pregunta frunciendo su ceño.

- Acaban de avisarle a mi esposo, estará pronto - aseguro empezando hacer mis técnicas de respiración para controlar mi umbral del dolor en cada contracción.

- Cariño - se abre la puerta abruptamente, dejando ver a mi esposo con su uniforme de policía y todo asustado.

- Ven aquí - le pido estirando mi mano. Él no tarda en entrelazar nuestras manos y me abraza aliviado. - Te dije que me gusta verte así - acoto mirando sus ojos.

- Lo sé cariño - se ríe dejando un suave beso en mis labios. - Estaba por salir a un operativo cuando Jessica me avisó, ella fue la que me trajo hasta acá porque me quedé en shock - agrega suspirando.

- En un par de horas conoceremos a nuestra princesa - digo mirándolo.

- Ansió ese momento, cariño - comenta pasando su mano por mi vientre.

Pensé que el trabajo de parto sería más corto, pero me equivoqué porque después de veinte horas al fin había llegado a mi dilatación completo lo que nos llevó a la sala de parto.
Aferrada a la mano de mi esposo, de este hombre que es mi todo puse todo de mí hasta que después del décimo intento de pujar, un fuerte llanto inundó la sala solo generando que todo mi cuerpo vibre y mis ojos se llenen de lágrimas de pura emoción.

Ella estaba con nosotras.

Adler se acerca a cortar el cordón, escucho que dicen que está todo bien y luego vuelve cargando una nuestra pequeña.

- Es hermosa - musita con lágrimas en sus ojos mientras la apoya en mi pecho.

- Bienvenida a nuestra vida, Davina - murmuro observando a la mujer de mi vida. Así cómo el significado de su nombre, ella sería amaba por nosotros y toda nuestra familia.

- Dos pelirrojas, soy un afortunado - comenta Adler dejando un suave beso en mis labios.

- Nosotras somos las afortunadas de tenerte en nuestras vida - declaro mirando a ambos.

Aunque la vida sea difícil, siempre debemos levantarnos y nunca dejar que la depresión, el odio o la maldad se adueñen de nuestro sueños, debemos dejar que la vida ponga a quien en su lugar porque después de todo puede tardar pero hay justicia en este mundo y cuando los caminos se alinean buscando la felicidad, llega cuando menos lo esperas, así fue mi historia de amor con Adler, lo conocí en la peor etapa pero con su amor y perseverancia me enseñó amarme y amarlo a él. Somos felices de tenernos mutuamente, nuestro amor crece día a día, Davina es nuestro broche de oro de pura felicidad, puede tardar pero llega. Nunca debemos dejar de soñar y sobre todo de saber que los tiempos malos siempre existen, son parte de esta historia que digo de nuestra vida, ya queda en uno elegir el camino en busca de la felicidad.

Soy feliz con mi esposo y mi pequeña hija porque ellos son lo mejor de mi vida, mi familia.










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