Helena y Dmitri.

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Si algo aprendí en este tiempo es que siempre cuando menos lo esperas la vida te sorprende, con Helena teníamos ganas de agrandar la familia, ella quería ser madre y no le iba a negar eso, después de todo pudimos con Sasha, Stefano, Annika y todas nuestras horas laborales, con este bebé sería más fácil amoldarlo a nuestra rutina.
Acá estábamos a un solo día de que nuestro hijo nazca y terminando de organizar su habitación con la ayuda de mis hijos mientras su mamá seguía durmiendo, querían sorprenderla por eso estábamos los tres terminando de armar la cuna del pequeño Sokolov que nacerá en horas. La familia como siempre tomó demasiada bien la noticia, no se lo esperaban de nosotros por el tema de nuestro riguroso trabajo, pero la efusividad de mi suegro no tardó en aparecer sobre todo proponiendo la tradicional apuesta de cuál será el sexo del bebé, de los años casado con mi esposa y conociendo a su loca familia, nada me sorprende cuando se trata de ellos.

- Papá - me habla Stefano que estaba viendo un video de cómo armar la cuna por Youtube.

- No es la primera que hago, Stef - comento sonríendo.

- Papá es el mejor - asegura Annie. Sonrío al escucharla porque está en esa etapa que me ve como si fuera su héroe, espero que eso sea por muchos años más y no salga tan loca como su madre.

- Tío - la voz de Sasha me hace observarlo. Mi sobrino ya no es un niño, está próximo a cumplir sus veintidós años, aunque me imaginaba otro futuro para su vida, él había elegido el suyo. Después de terminar sus estudios universitarios se haría cargo de la mafia que por ahora estaba en manos de mi primo Gavriel. No quería eso para él, pero son sus decisiones, no nos queda otra que respetar, después de todo está en su derecho en reclamar ese lugar.

- Dime - hablo levantándome del piso al ver su cara y me hace señas para que salgamos - Sigan mirando sus vídeos, ahora vuelvo - les digo a mis hijos mientras salgo de la habitación. - ¿Qué sucede? - pregunto cuando nos alejamos del pasillo.

- Natasha - responde bufando.

- ¿Qué pasa con ella? - inquiero tocando el puente de mi nariz. Estos años he tratado de todas formas que ellos se lleven bien, son madre e hijo, pero aunque mi hermana ponga todo lo bueno de ella siempre lo sigue defraudando.

- Está en la ciudad y quiere verme, otra vez está con su teatro de que quiere ser una buena madre - gruñe molesto. - Ella no es mi madre, tú y Helena son mis padres. Estás conmigo desde que me abandonó, pagas mis gastos, mis estudios y cada etapa de mi vida fueron ustedes los que estuvieron conmigo no Natasha - suspira. - No la quiero ver y quiero que se lo digas, porque a mí no me escucha - me pide cansado.

- Te dije que no me iba a meter más en sus asuntos, estás grande como para que vaya y solucioné tus problemas - declaro.

- ¡Tío! - exclama Sasha.

- Lo siento hijo, es tu momento que la veas, la enfrentes y por una vez cierres ese ciclo. No la quieres en tu vida bueno díselo de frente y sin rodeos. - hablo tratando que entre en razón. Él tiene razón, somos sus padres, pero Natasha es su madre y ese derecho no se lo podemos quitar.

- ¿Qué tanto están murmurando? - pregunta mi esposa caminando hacia nosotros dejado ver su gran vientre.

- Tía - la saluda dándole un gran beso y abrazo.

- ¿Qué estás tramando? - inquiere achinando sus ojos.

Sasha suspira. - Solo que hables con Natasha - le pide abrazándola.

- Lo intentaré, pero después que Lucifer nazca - asegura divertida.

- ¿No le pondrán Lucifer? - pregunta él mirándome.

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