No eres lo que esperaba (Tomarry)

Capítulo 24.

Los brillantes ojos negros de Severus se abrieron lentamente al sentir los rayos del sol en su rostro, entrando por las grandes ventanas de la habitación del hotel, casi no había podido dormir en toda la noche, el miedo y la ansiedad de ver a su destinado era mucho mayor a su sueño.

Temía lo que podría pasar ese día, no sabía como reaccionaría al verlo ni él si realmente tenía alguna reacción al reencontrarse.

Sentía su cuerpo pesado por la fatiga, por lo que comenzó a despojarse de su ropa lentamente, dejando la tirada en el suelo hasta estar completamente desnudo y entrar al baño para tomar una relajante ducha de agua tibia, no tardó mas de 15 minutos que ya había terminado, cubrió su cuerpo con un albornoz y al estar frente al gran espejo de la habitación se permitió contemplar su apariencia sin ese pesado glamour que siempre llevaba encima, gracias a su herencia de veela su apariencia física no había cambiado tanto ya que los magos y aún mas los magos con herencias de criatura no envejecían tan rápido por lo que aún se veía muy joven para tener 34 años.

Su cabello negro lacio caía suavemente rozando sus hombros y enmarcando su delicado rostro, no tenía arrugas en ninguna parte de su rostro, sus ojos negros rasgados, sus finos labios era realmente una obra de arte. Su cuerpo no era musculoso ni mucho menos, pero tenía una sensual y delgada figura, su cintura se notada delicada y estrecha, sus muslos rellenos y tenía un trasero bastante voluptuoso no pudo evitar sonrojarse al recordar las noches de pasión que pasó con su pareja.

El cuerdo de esas fuertes manos acariciando su cuerpo, sus labios recorriendo su cuello y el calor de su cuerpo. Sintió como una extraña corriente recorría su cuerpo, por lo que intentó dejar se pensar en eso y comenzó a cambiarse. Eligió un pantalón negro de jean ajustado que acentuaba muy bien sus curvas y una camisa blanca que se ceñía muy bien a su cintura junto con unos mocasines negros. Ató su cabello en una coleta baja, dejando algunos mechones sueltos y sin mas salió de la habitación no sino antes llevar su varita y su billetera.

Era una mañana realmente cálida en París, todos salían de sus casas dirigiendo se a sus trabajos, otros abriendo sus negocios, los restaurantes ya estaban abiertos al igual que las cafeterías y panaderías, los niños y adolescentes caminaban con sus uniformes hacia las escuelas todo se sentía tan normal y pacifico.

Caminó hacia la una de las calles principales que estaban cerca de la Torre Eiffel, y fue cuando la encontró era una escuela bastante normal, pequeña se podría decir pero por lo que se podía ver aún era temprano ya que las puertas estaban cerradas por lo se cruzo a una cafetería que estaba en frente, para desayunar y mientras vigilaba desde la ventana.

Era una cafetería bastante normal, rustica y cálida el olor café y pan recién horneado se percibía en el aire.

-¿Que voulez-vous commander monsieur?- Dijo la moza con una libreta en la mano.(Que es lo que va a ordenar)

-Un café accompagné de croissants, conches, napolitains, baguettes...-Dijo serio pero amable.(Un café junto con unos croissants, baguettes, napolitains, conches)

La chica asintió y se dirigió a la cocina luego de anotar todo, pasaron unos 15 minutos y su desayuno estaba ya frente a él, comenzó a comer tranquilamente mientras que admiraba el paisaje hasta que sintió un extraño mareo y un delicioso aroma a miel y arboles de pino, sabía exactamente a quien le pertenecía ese aroma por lo que bruscamente levantó su cabeza y se dio cuenta de que no era una coincidencia, el realmente estaba ahí parada frente a la caja ordenando su desayuno. Se veía mucho mejor que en las fotografías, sabía que tenía que controlarse pero su lado veela no parecía opinar lo mismo ya que su aroma se estaba dispersando, parecía querer tocarlo.

Apretó con fuerza el papel que tenía en sus manos y suspiró con fuerza para luego dirigir su mirada hacia el, su desordenado y brillante cabello castaño, alto y fuerte su espalda es ancha al igual que su pecho, sus brazos se veían fuertes, sus hermoso ojos color avellana junto con inseparables lentes redondos y esa encantadora sonrisa que lo caracterizaba.