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CAPÍTULO 114: "REAFIRMANDO SU POSTURA ..."

Zhou Xiang estuvo con la cabeza agachada todo el tiempo, la ceniza del cigarrillo había caído a sus pies quemando la alfombra que había mantenido cuidadosamente, pero ni siquiera se dio cuenta.

Yan Mingxiu respiró profundamente: "Hermano Xiang, he pensado en una contramedida, pero no estoy seguro de que vaya a funcionar, así que no dije nada, ¿aún quieres oírla?"

Zhou Xiang negó con la cabeza: "¡Ahora, no ... No quiero, sólo quiero estar solo por un rato, qué no entiendes!"

"De acuerdo, te daré tiempo para estar a solas un rato, volveré aquí mañana por la noche, si no vienes iré a recogerte".

Zhou Xiang levantó la cabeza, sus ojos rojos miraron a Yan Mingxiu de forma inexpresiva: "vete de aquí".

Yan Mingxiu separó la cabeza, cogió su abrigo y se fue.

Zhou Xiang reveló una expresión como de querer reír y llorar pero de desesperación.

¿Había algo malo en ellos, o había algo malo a su alrededor? Por qué las cosas se movían siempre en la dirección que menos esperaban, algo que Yan Mingxiu y él trataban desesperadamente de corregir, solo para caer en el mismo error una y otra vez. Era como si una fuerza invisible actuara contra ellos, haciéndoles imposible poder escapar.

No debería ser tan difícil para todo el mundo enamorarse como lo era para ellos, es casi irracionalmente difícil. Zhou Xiang incluso había desarrollado un inexplicable resentimiento hacia todo lo que había ocurrido desde el principio hasta ahora. Estaba realmente resignado al hecho de que Yan Mingxiu y él estaban siendo manipulados sabrá Dios por quién, sin poder hacer nada al respecto, tan desesperados, tan ...

Perdió su propia vida, ni siquiera fue capaz de alejarse de esta relación, habiendo pagado un alto precio, definitivamente no terminara sin nada al final.

¿Cómo podría estar dispuesto aceptarlo?

Zhou Xiang se levantó violentamente, cogió su chaqueta y salió corriendo por la puerta. Al detener un taxi en la acera, rápidamente le dio la dirección del barrio al conductor. Era una calle dentro del distrito de las embajadas, habitada por muchos dirigentes jubilados y aún en estado activo del ministerio del gobierno central, no muy lejos de su casa, aunque Zhou Xiang había estado una vez en ese lugar, y creía fervientemente que jamás tendría la oportunidad de volver a poner un pie en ese lugar por segunda vez en su vida, y más aún, era imposible hacerlo por su propia voluntad, pero se estaba reprimiendo fuertemente, y todo su fuego maligno se precipitaba en esa dirección.

Debía arriesgar el todo por el todo antes de arrepentirse. De todos modos, no podía quedarse de brazos cruzados mirando cómo las cosas podían ir peor de lo que ya eran.

Después de viajar durante diez minutos más o menos, había llegado hasta la entrada de aquel recinto familiar, y el pequeño soldado de la puerta, de aspecto muy juvenil, se frotó la nariz roja producto del frío: "A quién busca, por favor".

"Estoy buscando al Jefe Yan".

"¿Dígame cuál es su nombre?"

"Zhou Xiang".

"Por favor, espere un momento". El joven soldado entró y le dijo algo al hombre del puesto de guardia, que cogió el teléfono. Al cabo de un rato, el soldado sacó un libro: "Por favor, registrese".

Zhou Xiang escribió su nombre y el de la persona que buscaba, y solo entonces la otra parte le dejó entrar.

A lo lejos, una figura envuelta en un abrigo militar caminaba hacia él. Cuando se acercó, Zhou Xiang reconoció a esta persona como el guardia personal de Yan Fei.