Capítulo 9. Este amor ha vuelto a mí.

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"Recordar: del latín 're-cordis', volver a pasar por el corazón"

Eduardo Galeano

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TINE

Has llegado a casa. Mientras introduces en la cerradura la llave, te das cuenta de que las luces del apartamento siguen encendidas. Claro, Mil no se dormiría hasta que llegaras sano y salvo al que ha sido su hogar en los últimos meses.

Al abrir la puerta, lo primero que aparece es Charlotte, la cachorra que sigue siendo tan pequeña como antes, te recibe con un concierto de ladridos, chillidos y sus patas delanteras dejando marcas de polvo en tu pantalón oscuro. Sonríes al pensar que Mil lo sacó a pasear. Sí, definitivamente ese es tu hogar. Caminas directamente hacia la sala, esperando poder recostarte sobre el sillón y poder descansar un poco.

Ha sido una noche agitada, piensas, mientras tu cuerpo cae sobre la piel negra y Charlotte decide acostarse a tu lado, dejando que su cabeza peluda descanse en una de tus manos mientras con la otra le haces cosquillas detrás de las orejas. Cierras los ojos un momento, sabes que tendrás mucho qué hablar con Mil y también sabes que probablemente nada de lo que tengas que decirle le va a gustar.

Suspiras. Parece que tu suspiro detiene el tiempo y la canción de Sarawat vuelve a repetirse dentro de tu cabeza como lo ha hecho estas últimas horas. Parece que esa canción fluye ahora dentro de ti, se confunde con tu sangre, con cada nueva respiración que le da vida a tu cuerpo. Sí, vida. Escuchar cantar a Sarawat ha sido de verdad un soplo de vida. Y en ese instante, mientras vuelves a ver su cara iluminada al cantar, sabes que esa canción fue sólo el preámbulo de algo mejor para el director de la obra, algo nuevo que sin duda alguna y aunque te cueste admitirlo, has hecho renacer.

Después de la quinta repetición de la canción en tu cabeza, escuchas ruidos en la habitación de al lado y luego los pasos conocidos de Mil que sonríe al verte y se acerca a ti. Tú también sonríes al contemplarlo, contento como siempre de tenerlo a tu lado y mientras él se sienta a lado tuyo, mirándote directamente a los ojos, le ruegas al cielo porque él pueda entenderte.

—Tardaste mucho— dice Mil apartando un poco a Charlotte de tu lado— ¿Qué se supone que estabas haciendo?

El muchacho te mira de forma intrigada y tú le devuelves la mirada sin miedo, no tienes nada que temer. Antes de contestarle te acercas a él y le das un beso suave y profundo que parece relajarlo. Conociéndolo, sabes que ha pasado las últimas horas paseando de un lado a otro del apartamento en un nervioso andar que por fuerza, debió de volver loca a Charlotte. Y también sabes que como ha dicho Sarawat, de seguro estuvo pensando un montón de estupideces pero lo disculpas mentalmente porque finalmente, así es uno cuando ama. Siempre teme perder lo que más quiere. Quizá, si Mil se hubiera tardado lo mismo que tú en volver, también habrías pasado la mayor parte del tiempo pensando cosas idiotas. Y a eso, debes agregarle que estuviste con Sarawat y ese muchacho, es una de las preocupaciones más grandes de Mil quien se separa un poco de ti sin querer hacerlo.

—Lo siento— dices tú, acariciando su mejilla—. No quería que te preocuparas, es sólo que...

— ¿Qué sucede?— dice Mil, anulando de su mente la feliz idea de dejar la charla para luego y simplemente abandonarse a las ganas de besarte y de tocarte de nuevo, pero algo en tus ojos le dice que de verdad tienen que hablar— ¿Estuvo mal el ensayo?

—Un poco— dices tú sin dejar de mirarlo a los ojos—. Pero no es por lo que te imaginas. Sí, Sarawat me gritó y me dijo que no servía para su obra como de costumbre, pero, después...

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