Capítulo 10. Contra toda posibilidad.

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"Más que besarlo, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, él me daba la mano y eso era amor." 

Mario Benedetti.

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MIL

El aroma frutal de la habitación de Phukong te envuelve de repente cuando no lo esperas, cuando tu cuerpo empieza a sentir que vuelve a vivir y que tu corazón bombea sangre aun cuando tú no quieres que lo haga. No. Un no rotundo e irrompible es lo único que quieres pronunciar cuando tus ojos se abren, cuando la luz de la tarde se cuela por la ventana del departamento donde te encuentras y trae con ella un montón de escenas que no quieres recordar. Recuerdos que hieren, que hacen que tu estomago se revuelva, que tu cabeza martillee y que tu corazón sienta que va a estallar.

Asco. Es un asco infinito lo que sientes en este momento, un asco terrible por ti mismo que se queda agolpado en tu garganta haciendo de tu despertar una tortura. Sólo quieres regresar a la cama y dormir, quieres que todo haya sido parte sólo de un sueño pero el dolor de cabeza está para recordarte que sí pasó, que hiciste lo que querías hacer o al menos en aquel momento querías hacer aquello aunque ahora todo tu cuerpo, toda tu alma grite que fue un error. Un error estúpido e infantil que sin embargo no tendrá arreglo.

Te levantas un poco y te recargas en el respaldo acolchado de la cama de Phukong. Él no dijo nada cuando te vio llegar, sólo abrió la puerta como siempre y te dejó pasar. No hizo preguntas, él nunca te pide respuestas y eso siempre tendrás que agradecerlo. Pero la lástima de sus pupilas fue suficiente para hacerte sentir la peor cucaracha del universo y es que él sabe, él siempre sabe leer en tus ojos cuando has hecho algo estúpido y debes admitir que lo que pasó anoche con Frank Taylor se lleva el premio a la estupidez más grande de tu existencia sin duda alguna.

Pasas tus manos sobre tu cara tratando de limpiar con ellas el rastro de las manos y de los labios que Frank dejó por todo tu cuerpo y cuando sabes que no podrás quitar de ti esa sensación comienzas a reír, dejando que las carcajadas recorran tu cuerpo hasta que se convierten en llanto, en un llanto avergonzado, un llanto lleno de furia y arrepentimiento.

Las lágrimas que ruedan por tu rostro no podrán resolver nada de lo que has hecho, eso de sobra lo sabes pero ¿qué más puedes hacer? Ya está, querías vengarte, lo has hecho. Pero justo ahora las consecuencias de tu "venganza" empiezan a parecer algo real ¿Qué pasará si Tine lo sabe? ¿Quién se lo dirá? ¿Frank? ¿Frank tendrá esa desfachatez de decirle?

No. Él no se vuelve a dibujar en tus labios como la única esperanza que te queda en el mundo. No, nadie tiene por qué decirlo, de seguro Frank vio lo sucedido la noche anterior como una de sus tantas aventuras, él es así. Estás seguro de que no eres el primero con el que le ha sido infiel a su novio, así que ¿por qué preocuparte? Tine no tiene por qué saberlo, no lo sabrá.

No, claro que no va a saberlo y tú harás de cuenta que no pasó nada, siempre has sido bueno para eso, puedes ocultar esa noche en lo más recóndito de tu alma, puedes hacerlo, y así podrás seguir adelante. Tine seguramente te disculpará el no haberlo entendido, él es así, nunca puede estar enojado por mucho tiempo, claro, no estás engañándolo porque las mentiras sólo son mentiras cuando las pones en palabras, el callar algo no es mentir ¿verdad? No, no lo es, es sólo que...

Es sólo que sabes que al único que puedes engañar es a ti mismo. Y eso también sabes cómo hacerlo, sabes cómo esconder lo peor de ti siempre. Te levantas de la cama y caminas lentamente hacia la ventana para poder observar el atardecer dorado de la ciudad de Nueva York. Suspiras sintiéndote realmente mal. Suspiras sintiendo que con ese suspiro se escapa también la mitad de tu vida pero mentir, más bien, esconder la verdad es tu única opción.

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