Capítulo 2. Todo está regresando a mí

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"Puedes olvidar a aquel con el que has reído pero no a aquel con el que has llorado" 

Khalil Gibran

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SARAWAT

Lo encontré— dice el chico llegando con su acostumbrada pose de hombre inalcanzable, quedando con su presuntuosa sonrisa brillando ante ti.

— ¿Qué encontraste, Mil?— dices tú con ganas de ahorcarlo pero sabiendo que no puedes porque él, el fabuloso Mil Ittiporn es la única persona por la que los inversores de Broadway están interesados en tu nueva obra.

— ¿Cómo a quién?— dice él sentándose con desparpajo en la silla frente a tu escritorio—. A mi coprotagonista, prometiste a aceptarías sin rechistar a quien yo pidiera ¿no es así, señor director?

—Sí— dices tú sin darle mucha importancia.

Sabes que Mil elegirá al más bello querubín que Hollywood haya puesto en la cartelera. Predecible, el fabuloso señor Ittiporn es tan predecible.

Pensar en ello te hace levantar la ceja pues aunque sabias ya de sobra acerca de los extravagantes caprichos de tu interlocutor quien no es otro más que Mil Ittiporn, el más brillante talento que Broadway ha visto jamás, la idea de tener que lidiar con un jovencito imbécil que no tendrá la más mínima idea de cómo combinar baile, canto y una actuación convincente sigue sin ser aceptada dentro de tu imaginación. Maldita sea la hora en la que aquellos peces gordos de la industria pusieron a ese caprichoso muchacho en tu camino. Maldita sea la hora en la que tuviste la desventura de aceptarlo pero bueno, tienes que admitir que dejando de lado el narcicismo del que es presa, Mil Ittiporn es bueno en lo que hace.

Y de verdad lo necesitas porque crear una obra no es trabajo fácil, tratar de contarla haciendo que cada paso de baile y cada canción elegida formen una historia que sea capaz de lograr que el público quiera verla de nuevo no es algo que se haga en un día. Y tu nueva obra no es para nada el trabajo de una sola noche, del arranque desapasionado y caprichoso de querer ser el más joven director de todo Broadway, no.

Esa obra, es la que deseas contar desde que tienes uso de razón, la obra que muchos menospreciaron intentando convencerte de que te dedicaras nuevamente a la actuación, a arrancar suspiros con cada canción que sale de tu garganta en lugar de tomar en tus manos un trabajo titánico y desgastante. Pero esta es la obra de toda tu vida. No puedes abandonarla y aunque sabes que todo el mundo estará sobre tus talones, aunque sabes que has decidido cargar con un peso enorme sobre tu espalda nadie podrá detenerte. Ni siquiera los caprichos de Mil Ittiporn, ni siquiera ese muchacho que siempre ha parecido tenerlo todo a su favor arruinará esa obra elija al imbécil al que quiera elegir como coprotagonista.

Además, la dirección es lo único que te queda. No quieres volver a los escenarios. No tienes el valor de volver a cantar, sabes que no podrás. El actuar como muchas otras cosas en tu vida son sólo parte de un pasado borroso y doloroso al que no quieres volver jamás. No, por eso te aferrarás a esta obra, es todo lo que te queda en la vida, eso, y aquel dolor enorme que parece que nunca se irá de tu pecho.

—Es fabuloso— dice él con un tono que denota cierta sinceridad que te toma por sorpresa—. Lo escuché cantar y es un ángel, Guntithanon, un verdadero ángel que se ha escapado del cielo ¡Te lo juro!

— ¿Estás seguro de que es real y de que no es un producto de tus insanas fantasías perversas?— dices con un suspiro exasperado.

—¡Ja!— ríe él haciendo caso omiso de tus palabras—. Sé distinguir a un verdadero talento cuando lo veo y él es maravilloso, es guapo, tremendo actor y tiene una sonrisa capaz de hacer que incluso tú, su helada majestad de Broadway, caigas rendido ante él.

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