Capítulo 4. Cómo romper un corazón.

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"El amor es un acto de fe y quien tenga poca fe, también tendrá poco amor." 

Erich Fromm

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TINE

Mil dice que han llegado por fin. La verdad es que al oír la frase "concierto de beneficio" hubieras esperado encontrar otra cosa, algo como un enorme escenario dispuesto para que el maravilloso Mil Ittiporn arrancara suspiros y unos cuantos dólares de sus fervientes admiradores en pro de una buena causa pero no es eso: están en Central Park, un poco alejados del bullicio nocturno que está lleno del rumor del ir y venir de cientos de personas que disfrutan aquella cálida noche de verano.

Miras hacia todos lados tratando de adivinar dónde estará el sitio en el que aquel concierto tendrá lugar pero no lo logras y después de mucho silencio y de mucho mirar, son los ojos de Mil los que se atraviesan en tu camino mientras le sonríe alegremente a tu gesto de total perplejidad.

—Espera y verás— dice él de forma confiada—. Sólo queremos darle una sorpresa a toda esta gente, sé que esperabas un colosal escenario pero no puedes negarme que a veces esas cosas pequeñas que no esperas en la vida, son las que te hacen inmensamente feliz ¿no crees?

Tú asientes lentamente, sonriéndole a Mil de forma natural, de esa forma sencilla en la que le has sonreído en los últimos días. Y es que no podrías describir esa forma en la que tus labios parecen adivinar que cuando están en frente de aquellas pupilas no pueden hacer otra cosa más que curvarse en una suave sonrisa. Mil es el dueño absoluto de esa sonrisa y ser consciente de ello, aunque te provoque ganas de reírte de ti mismo, es algo bastante agradable tomando en cuenta los últimos acontecimientos de tu vida.

Al pensar en ello, no puedes evitar sentir cómo el dolor de las palabras de Sarawat sigue molestándote pero has decidido dejar de tratar de encontrar una razón a su nada agradable comportamiento hacia tu persona porque en verdad has decidido que no hay una razón a tanto desprecio y con eso debes de contentarte.

Porque aunque tú sabes que todos en la compañía de teatro te ocultan algo, aunque darías la mitad de tu vida por saber de qué se trata, también entiendes que nadie te dirá nada porque todos callan ese suceso por la misma razón: les hace daño. Parece que sea lo que sea que haya pasado, y si bien el único que pareció haber cambiado para mal a raíz de ello fue Sarawat, ese hecho tuvo su cuota de dolor para todos.

Mil toma tu mano y te lleva lentamente hacia un lugar alejado del bullicio de las personas donde parece que no hay nadie, pero al estar más cerca, aparece ante tus ojos una pequeña tienda blanca, un lugar de esos en los que un camerino rápido suele improvisarse. Fuera de él, se encuentran Earn y Phukong vestidos con un par de disfraces francamente ridículos: los dos te sonríen vestidos como un par de guapos mendigos de la ciudad.

Mientras las maquillistas que realizan su trabajo de forma rápida para darle más realismo a la vestimenta de tus compañeros terminan su labor, tú ríes automáticamente y cuando lo haces, Mil te mira, deteniéndose en cada uno de esos detalles que le dan a tu rostro sonriente esa luminosidad que parece atraparlo y es que él nunca te había visto reír de ese modo y ahora que lo hace le pareces algo bello y no puede encontrar una palabra mejor para describirte.

—Deja de babear— dice Phukong en un tono bromista que parece despertar a Mil del trance en el que estaba al contemplarte—. Te juro que si dejas de mirarlo un segundo completo, no desaparecerá.

—Quién sabe— dice Mil sin sentirse apenado de que alguien haya notado el efecto que tienes en él—. No quiero perderme ni un solo segundo, más vale estar seguros de todo ¿no?

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