Capítulo 2 ⚔️: El idiota

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Llevábamos toda la noche y la mañana viajando, en algún momento pensé que sería solo de día y que por la noche podría acampar

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Llevábamos toda la noche y la mañana viajando, en algún momento pensé que sería solo de día y que por la noche podría acampar.

No podía estar más equivocada.

Aparentemente todo el apuro por mi traslado a Maire y que el príncipe enviara a su propia guardia, se debía a que los Rebeldes estaban al tanto de la unión. Actualmente estábamos pasando por una zona muy hostil, donde vivían los nobles más recios a Theodor. Eso suponían dos problemas, por lo que no viajábamos por el camino oficial.

—¿Puedo ir al baño? —Necesitaba más que nada ponerme cómoda, aún faltan varios días de viaje así que este estúpido corsé podía esperar. El robusto muchacho me observó sin saber que decir, hacía unas horas que intercambió lugar con el León cascarrabias. Este era muy joven también, su cabello rubio le llegaba a los hombros en numerosos rizos... pero no era nada afeminado, era por mucho uno de los hombres más varoniles que conocía.

—¿Es necesario?—me lo preguntó de una manera tan ocurrente que casi me distrajo de la actuación.

—Sí... Muyyyy—empleé mis mejores técnicas de actuación para convencerlo de lo importante que era bajarme de ese carruaje, había soportado hasta latigazos cuando era una esclava, pero nada se comparaba a este estúpido corsé.

Nora me miraba con diversión, me conocía demasiado la condenada.

—Bien —emitió el mismo sonido que Mortis y el carruaje se detuvo. Se bajó rápidamente y luego levantó las mantas que estaban tapando las ventanas. El mayor de ellos se asomó y me hizo señas para ayudarme a bajar.

—¡Mi lady!—gritó Nora sobresaltada al  ver que tomé un par de maletas. —Ese es mi trabajoooo —susurró— ¿Quieres que me corten la cabeza? —Sonreí ante el tono en que lo dijo.

—Te la arrancaré yo misma si me vuelves a contradecir —bromeé mientras bajaba del carruaje.
No tenía mucho tiempo antes de que estos salvajes me hicieran montar nuevamente, así que debía buscar algo fresco que ponerme.

—Ayúdame con esto —Le hice señas para que me acompañara, luego abrí la maleta en el césped y elegí lo más cómodo que encontré. —¡Ahora regresamos! —grité a los cuatro hombres para que a ninguno se le ocurriera seguirnos, pero para mi sorpresa el odioso se dirigía en nuestra dirección.

—¡Te he dicho que...!

—Ya escuché y le aseguro que no miraré, mi Lady.
—Leee aseguurooo que no miraré mi leiiidyyy —la jarana surgió de una forma tan natural que hasta Mortis se rió.

Pensé en refutarle algo, pero al final no dije más nada y continué caminando entre los árboles hasta llegar a un enorme arbusto de bayas. No pude evitar recordar a Julio porque le encantaban las de este tipo.

—Espera aquí —le señalé mientras me escondía detrás del árbol. Él simplemente se volteó e inspecciona la zona con la vista. No podía entender lo que le incomodaba tanto.

La corona de la esclava ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora