Mi nombre es Verónica Capri y soy la hija de uno de los duques de la corte de Sora. De niña tuve la mejor y más cara vida hasta que mis padres murieron en un incendio. No solo me dejaron a cargo de mi pequeño hermano, también descubrí que teníamos...
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Estaba herida, lo sabía perfectamente. Era incapaz de defenderme en mi estado, ¿Pero era necesario que estuviera encerrada en mi habitación? Lo peor era que Jhon estuvo aquí y no fue capaz de preguntarme si estaba de acuerdo con mi aislamiento. <<aunque en realidad no hablamos mucho>> —¡Le ordeno que me deje salir! —traté de lucir imponente.
Fred Di Laurent estaba haciendo guardia en mi puerta junto a otros dos soldados. Me caía bien de vista... anteriormente. —Ya le dije que tengo órdenes precisas —dijo el mayor de los Di Laurent. Desde que Jhon salió del cuarto, el señor cara larga montó guardia en mi puerta. Sabía que era por mi seguridad, pero quería ver a mi amiga y contarle todo lo que sucedió hacía unos momentos. Necesitaba desesperadamente desahogarme... Algo me sucedía con Jhon, era un sentimiento extraño y necesitaba hablarlo con la persona que mejor me conocía.
—Al menos acompáñeme —supliqué tratando de ablandarlo, pero solo adoptó una postura más recia—. ¡Es una orden! —grité con autoridad. —No sigo sus órdenes duquesa, incluso cuando sea mi reina solo acataré las órdenes de su esposo. La sangre me hirvió ante su confesión. —Deje de intentarlo y acuéstese que mañana es otro día —agregó. —Pero estoy aburrida—<<nueva idea>>—quisiera llamar a alguna dama. Inexplicablemente Fred se alarmó... no me gustó su reacción, era como si él tuviera un problema precisamente con ese tema.
—Quiero ver a Nora —dije. Fred negó automáticamente, demasiado rápido para mi gusto.
<<es una respuesta que esperaba darme>>
—¿Qué sucede?—traté de no alarmarme demasiado, pero la imagen que tenía de Nora... su rostro cansado y demacrado.
<<solo exageras>> La idea de que estuviera enferma hacía eco en mis pensamientos. —Ella está ocupada con unas tareas. —De haber dicho otra cosa le creería, pero dudaba que si se ausentó en los detalles finales de mi vestido estuviera en algo más.
<<Jhon>>
Él no me ocultaría nada de Nora, ¿O si?
—Bueno, entonces dígale a Rose que venga a verme y traerme algún ungüento, que tengo un poco de dolor.
Fred se me quedó mirando tratando de descifrar si era una trampa, luego le indicó a uno de los otros guardias que acatara mis órdenes. Sonreía como si no me podría salir con la mía.
<< acabo de hacerlo amigo>>
Minutos más tardes Rose apareció en mi habitación con una cesta repleta de frascos. Fred se quedó en la puerta de mala gana.
Le hice señas a Rose para que dejara las medicinas en un aparador y se sentara a mi lado. Puse la cara de decepción más grande del mundo al ver que Fred la detuvo.
—Es muy tarde, mi lady.
Suspiré, inhalé... exhalé. Tenía mucho coraje, no podía creer que estuviera presa en mi propia habitación. Jhon exageró más de lo que me gustaba.