Una amargada y un tierno se vuelven a encontrar después de varios años, desatando ciertas pasiones que pensaban perdidas.
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Créme es la reina de su instituto...
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Crème parpadea, sin poder creérselo por completo ¿quién es ese chico? No recuerda haberlo visto antes por los pasillos, pero en realidad con suerte diferencia entre los jóvenes de octavo grado a los de décimo grado.
Gemma no entiende nada de lo que está sucediendo, un sentimiento resbaloso se instala en su garganta, sus ojos arden al contemplar al nuevo chico junto a la pelirroja, Alyssa nota la tensión en los brazos ajenos, sigue la mirada ajena clavada en la pareja, traga saliva, y le da un apretón en la muñeca, la rubia se vira a verla y se topa con una linda sonrisa.
—No lo creo—niega. Su voz resuena en los altavoces, el público aburrido abre sus ojos, entusiasmados por ver el lindo chisme que anda surgiendo a voces entre ellos mismos.
—¿Son novios?—Uno pregunta sin la delicadeza de controlar el tono de su voz, topándose con los feroces ojos verdes que le hacen tragar saliva.
—No creo que sean. Solo míralos, el chico es 10 centímetros más bajo que la chica. Serían una pareja de locos—contesta una chica molesta por el constante protagonismo de la presidenta en el colegio.
—¿Y eso qué?—se mete Gemma cansada de los chismes—. Pueden ser pareja...—su voz se entrecorta con solo pensarlo. Pero tiene que ser fuerte, seguir adelante, aunque parezca que se está rompiendo.
—G—Alyssa la jala hacia atrás. No desea meterse en problemas. La otra chica parece querer escupir veneno con solo mencionar algo bueno sobre los que están sobre el escenario.
—Soy Jamie, tu nuevo novio—se autoproclama, Crème enarca la ceja mientras frunce el ceño ¿y este quién se cree?
—No tengo novio, ni voy a tenerlo.
—¿Por qué?—inquiere. El público abre los ojos, algunos quieren emitir su opinión, pero por miedo a terminar asesinados, prefieren callarse—. Eres muy guapa.
La aludida tiene sus labios pintados en una línea, unas increíbles ganas de cachetearlo la invaden, pero debe ser calmada, tranquila y serena o todo se puede destruir como un castillo de arena.
Theo observa todo preocupado, busca apoyo en los profesores, no obstante, todos parecen haberse ido. Abre sus ojos sorprendido ¿tanto es el poder de Monsen? ¿Cómo una niña de dieciséis años pudo conseguir adiestrar a tanta gente? ¿es eso acaso posible? Sale corriendo hacia el escenario para apagar los altavoces y detener a la otra, antes de que haga algo que se arrepienta.
—Porque no lo necesito.
—No es de necesitarlos—se relame los labios—. Son personas que te apoyan cuando estás triste.
—¿Y para qué yo quiero a alguien así?—su voz suena fuerte en el micrófono, pero su pecho se retuerce y sus ojos captan la presencia de su querido profesor. Recuerdos de su padre llegan a su mente, los sueños raros que tienen la sacuden por completo, pero no puede dejarse ver débil. No en estos momentos. No justo cuando ha ganado.
