VINGT-NEUF

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Gemma siente el miedo respirarle en la nuca, mantiene una cara seria para no espantar a su madre cuando ingresa a la casa, le había dicho con anterioridad a Alyssa de su plan de quedarse en su casa, claro que no piensa en ser una mantenida en hoga...

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Gemma siente el miedo respirarle en la nuca, mantiene una cara seria para no espantar a su madre cuando ingresa a la casa, le había dicho con anterioridad a Alyssa de su plan de quedarse en su casa, claro que no piensa en ser una mantenida en hogar ajeno.

Tal vez no era legal en Ecuador trabajar a la edad de dieciséis años, sin embargo, iba a conseguir como fuera un trabajo para poder ayudar a su madre a conseguir un hogar sin tanta violencia, como ellas merecen.

Entra a la casa, cerciorándose de que su padre no se encontrara rondando por los pasillos con el vaso de cerveza que suele llevar entre sus manos, a su cabeza llega la advertencia de su madre, sacude la cabeza. No quiere dejarla, no va abandonarla solo por el miedo a que el bicho la descubra, ya no más.

Lo que más le aterra es la reacción de su hermana mayor, sabe del amor exagerado que profesa a su padre, lo ve como si fuera un Dios traído a la tierra, cuando la realidad dista mucho de esa imagen. Le preocupa que con solo abrir la boca en señal de escape, se haga un lado, aparta a su hijo de ella, y no lo pueda ver más.

Con los sentimientos latentes en su boca, su mirada roza todos los lugares, resguardando en su corazón los pocos recuerdos que tiene de su padre, no solían ir a los columpios igual que los otros niños, el bicho prefería quedarse en casa jugando a Monopoly o viendo alguna película de Disney, no era un gran padre, no ayudaba en casa a su pobre madre que se esforzaba día a día a ser su mejor versión, empeoró más cuando su padre perdió su empleo y su progenitora tuvo que ser fuerte, agarrar a toda su familia, simular los golpes, que ya no eran solo eso, eran tremendos choques en su alma.

Su madre está clavada en la cocina, cocinando, el sudor recorre su frente, los antebrazos de su blusa están mojadas, un pequeño humo sale de la cocina, corre apresurada a ayudarla, sin esperar que su progenitora se terminara desplomando al suelo, agarrando su cabeza entre sus brazos, pequeñas lágrimas inundan sus ojos, el corazón de la rubia siente un nudo en su garganta, se aguanta sus ganas de unirse al llanto, sacude sus pensamientos, en un intento de pensar en cosas graciosas para no terminar derrumbada ella también... tiene que ser un apoyo para su pobre mamá.

—Mami—sus lágrimas están a punto de desbordarse, desearía ser fuerte como Crème, ella no lloraría por una situación así. Si solo tuviera su fortaleza para enfrentar todo lo malo, y no sólo fingir que está bien cuando quiere echarse a llorar— Podríamos salir de aquí...—solloza, abrazando a su madre como puede, anclándose al cuerpo ajeno, se sumerge en el aroma de margaritas, convencida de que deben salir de ahí, juntas, y tener una vida mucho mejor— Alyssa nos va a ayudar, por favor vámonos de aquí. No quiero verte sufrir más.

La aludida se aparta del abrazo, gimoteando en voz baja, su llanto llega a los oídos de Gemma, le destruye el alma, verla tan delicada. Ella no es así, su madre es fuerte, valiente y decidida, las lágrimas no dejan de bajar por sus cachetes, quiere detenerse, pero solo ver a su ser más querido desahogándose del maltrato sufrido. Su mandíbula tiembla, al igual que sus manos, decide volver a hablarle.

Detrás de los murosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora