Princesa Cordelia.

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Parte 1:

—Buenos días. —habló apareciendo frente a mí de repente.

Me gustaría decir que no me tomó por sorpresa, que llevaba un buen rato mirándola, pero mentiría. Estaba muy concentrado en mi libro cuando ella apareció.

—Buenos días. —respondí amablemente intentado ocultar la impresión de su repentina cordialidad para conmigo.

—No sé si lo sabías, pero la pizarra date cuenta está otra vez activa.

—¿Date cuenta? —repliqué con más interés del que hubiese querido mostrar.

—Sí, de alguien. Públicas en la pizarra cuando le dices a alguien que te diste cuenta. Es una forma de hacer una declaración casual... ¿Un aviso sutil?

—A alguien que te gusta... —terminé por ella y por alguna razón empezaba a sentir los latidos de mi corazón acelerandose. Razones obvias que yo me rehusaba a ver hasta el momento.

—Sí —prosiguió ella. —, no es tan incisivo como para alarmarse, ni tan indiferente para que no se entienda. —explicó riendo levemente.

Yo mientras tanto, intentaba concentrarme en reprimir mi sonrisa.

—¿Un aviso público antes de un avance apropiado?

—Exacto. Esos avisos son importantes cuando quieres que sepan que piensas en el futuro.

—Un... Futuro, ¿Juntos?

—Sí. —respondió ella de una manera en la que me hizo sentir que no era el único que había tenido ideas confusas con respecto al otro.

—Y... ¿Estás sugiriendo... Que avise?

Escuché un leve suspiro antes de sus palabras sacándome del trance en el que sus lindos ojos azules me habían metido. —Sí te gusta Ruby deberías decírselo, antes de que otro la corteje. —soltó rápidamente.

De inmediato mi sonrisa se borró. Solo asentí. —Gracias... Por la sugerencia, pero creo que no soy de los que usan esas cosas. —mentí, mentí porque hacía un momento estaba realmente interesado en dejar un aviso en la dichosa pizarra. —Y cuando aparezca la persona correcta, el día que sea... Lo sabré. —finalicé, con la esperanza de que entendiese lo que tan obvio era.

Pero ella solo asintió con una sonrisa y caminó hacia su amiga.

No, estaba casando ya de los malos entendidos. Cada vez que intentaba acercarme a ella, se malinterpretaba y terminaba siendo relacionado con Ruby, hasta el punto en el que la misma Anne creía que ese interés mío por su amiga realmente existía. La única manera de acabar con esos tontos rumores y evitar al mismo tiempo que Anne tenga tiempo de ser influenciada por sus amigas, es armandome del valor que todo este tiempo he mantenido fuera de mí. Como diría Bash, es hora de comportarse como un verdadero hombre. "Los niños no admiten cuando aman a una chica". Yo lo acepto hoy. Me gusta Anne y me gusta mucho y yo si quiero ese futuro juntos del que hablamos.

Así que sin más, me encaminé hacia ella. —Anne. —le llamé.

Ella volteó hacia mí nerviosa, como si supiese lo que vendría a continuación. Ruby me miraba de la misma forma extraña que siempre.

Respiré hondo antes de tomar su mano. —¿Cuántas pizarras vendrían como karma si te dejara un aviso?

—¿Un aviso? —replicó ella dándole una rápida mirada a Ruby, a quién escuché recientemente decir que creía firmemente en que yo iba a declararmele.

Todo el salón nos observaba, yo no los veía, pero sabía que así era.

—¿Podríamos olvidar nuestro acuerdo de tregua y todo eso? No quiero ser tu amigo, Anne. Prefiero ser ese romance trágico que tanto te apasiona tener, aunque no pretendo ser trágico en lo absoluto. Para ser más claros, eres tú Anne, ¡Siempre has sido tú! Me parece tonto tener que publicarlo en una pizarra para que te des cuenta.

Anne With An E.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora