Princesa Cordelia 3

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Parte 3:

Winifred

Muchas veces soñé con que él pensaba en mí tanto como yo en él, que yo era parte de sus sueños incluso, pero luego de casarme, descubrí que no era así. Él no pensaba en mí y quizá jamás lo había hecho, poner ese anillo en mi dedo deseando que yo fuese alguien más es la mayor prueba de que jamás se detuvo a pensar en mí.

Es el esposo perfecto, pero eso incluso se vuelve insoportable, muchas veces tengo la sensación de que permanezco sentada dentro de una burbuja de lujos y amabilidad sin alguien que me entienda, solo lo tengo a él sentado frente a mí, afirmando cada cosa que digo para hacer de este matrimonio algo menos infernal. Pero no es suficiente y nunca lo será, las parejas necesitan amor y romance, no cariño fraternal.

Estamos todo el día en el salón con una taza de té en frente, pretendiendo una vida que no tenemos y no sé si lo siento más por él o por mí. Ambos somos presos de la monotonía.

"¿Solo eres más expresivo?"

No, solo eres más libre, libre de exclamar su nombre desde el fondo de tu corazón. Es repugnante pensar en cuantas situaciones conmigo estuvo imaginandola a ella. Hay una chica en su cabeza, muy lejana a la que tomó por esposa y ella se lleva toda la atención que me corresponde.

No, no sé quién es ella, pero podría deducirlo fácilmente, porque ya la conozco tan bien como él lo hace, incluso empiezo a amarla también, porque en cada parte de él, solo la encuentro a ella.

La gente se preguntará: ¿Cómo puedes vivir tan tranquila siendo consciente de esa terrible realidad?

Bueno, las personas solemos poner nuestra mejor sonrisa, pero eso no significa que no la estemos pasando mal.

—Al principio no tuve otro remedio que consolarme a mí misma mientras él estaba trabajando y así cuando volviese, podría tener mi sonrisa lista. Seguro nunca lo notó. Y yo supongo que debo pedirle disculpas, de un modo u otro nos arrastré a ambos a esta cosa que no merece llamarse "vida".

—Winifred, tú no tienes que pedirle disculpas a nadie, tu amaste, con honestidad y es obvio que le entregaste todo eso a la persona equivocada, no es tu culpa, no debes cargar con eso. ¿Sabes que puedes salir de esto? Él no se negaría a dejarte en libertad.

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque él es así, yo lo conozco. No te conozco a ti, pero tu situación debe ser realmente desesperante para que me lo cuentes a mí, aún sabiendo que soy su amiga. No puedo no intentar buscar una solución para ti.

Negué. —Anne Shirley, a mí me hablaron de tu compresión y sororidad para con las mujeres. Confío plenamente en ti, como para confesar que no puedo despedirme de esta miserable vida porque es lo único que tengo.

—Winifred, no digas eso...

—Y debo confesar también que no es sencillo decirle adiós a él, que tanto sufrimiento me parece un precio justo en las mañanas, cuando despierto y lo veo a mi lado. —reí. —¿Escuchas lo que digo? Soy ridícula.

—No creo que seas ridícula, creo que eres una mujer enamorada que se aferra a toda posibilidad.

—¡Sí! Pero todas las posibilidades a mi alcance me dan la espalda, ni siquiera he podido darle un solo hijo... Y algo en mi interior me dice que jamás podré. ¿Te sentiste así de molesta contigo misma alguna vez?

Ella le dio una mirada a la puerta de la habitación. —No lo sé, a veces quizá.

—Cuéntame. —le invité a hablar.

Anne With An E.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora