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—¡Jodete! —Le grité al mayor. —¡¿Crees que no lo se?! —Lo señalé, tratando de buscar a quien culpar. —¿Lo has disfrutado?, Es lo que querías después de todo.

—No, AhReum.—Contestó mirando alrededor, procurando que no hiciéramos un gran escándalo. —No es a mí, a quien debes culpar. —Abrió la puerta del local, indicando que debíamos salir del lugar. Volví mi vista al suelo, avergonzada, y con muchas ganas de tirarme al suelo a llorar.

Salí del local, sin mirarlo, e ignorando el hecho de que YoonOh venía detrás de mí.

—Reum.—JaeHyun intentó tomar mi mano, pero yo la moví antes de que pudiera hacerlo.

—No me toques, Jung. —Brame. —Aléjate de mí, y no vuelvas, no quiero verte nunca más. —Ordené. —Ya hice lo que querías, salí con él y rompimos su corazón, yo no queda nada, JaeHyun.

—No entiendo porque estas así, ¿Acaso te gustaba? —JaeHyun expresó con disgusto, como si fuera la idea más absurda del mundo.

—¡Si! ¡Me gusta! ¡Estoy enamorada de él! —Solloce, dejando salir mi llanto. —Y lo he perdido...

Lo he perdido.

Y no regresará.

—Basura. —Musito por lo bajo.

—¿Qué has dicho?

—¡Qué es basura! ¡No me puedes dejar por él!—Tomó mi brazo, poniendo fuerza en su agarre a medida que hablaba. —¡Él no es nada! ¡¿Lo entiendes?!, Tú me necesitas.

—¿Estás seguro de eso? —Golpeé su brazo para que me soltara, pero este solo puso más fuerza. —¡Suéltame de una buena vez!

—AhReum, no hagas esto. —Bajo su tono de voz, y me miró, con ojos tristes, que me pedían que me quedara. —Siempre hemos sido tú y yo, nadie más, no puedes acabar con esto como si no fuera nada. —Soltó su agarre, esperando a que yo volviera a sus brazos, como siempre solía hacerlo.

—Pará ti nunca fue nada. —Me moví hacia un lado, y comencé a caminar, dejando a JaeHyun atrás.

Ya no más.

(...)

Por favor, deje su mensaje después del tono...

—DoYoung... Yo no espero que me contestes pronto, entiendo que te sientas molesto. —Sentí el nudo en mi garganta, molestándome al hablar. —Pero déjame explicarte todo, ¿Si?, No es como tu crees que es. Prometo decirte la verdad, absolutamente toda la verdad, sin más mentiras... Yo solo... Quiero verte. —Corte el mensaje de voz. Y volví a llorar.

No podía enviarle mensajes de texto, porque no los leería, ya llevaba más de quince llamadas que la enviaban a buzón de voz. Pero desde aquella tarde no lo había localizado.
No podía ir a su casa, porque me daba muchísimo miedo que se enojara aún más conmigo, y tampoco tenía el valor de ver a sus padres, o a Jeno.

Tal vez...

Si le decía a TaeYong, o a Mark...

No.

Ellos habían visto todo, y probablemente le daría vergüenza si mandaba a alguno de sus amigos.

Volví a tomar mi teléfono para marcarle, pero este anuncio que me había quedado sin saldo. Y en uno de mis extraños arrebatos, entre enojo y tristeza, terminé lanzando mi teléfono, dañando la pantalla de este.

Cómo si no se pudieran poner mejor las cosas.

—AhReum, cariño. —Mamá abrió la puerta de mi habitación. —¿Estas bien? —Parecía estar preocupada, tal vez por el estruendo que había causado el teléfono al estrellarse con el suelo, o porque mis ojos eran apenas visibles de lo mucho que había llorado. Mamá se sentó a mi lado, y me dejó poner mi cabeza en su regazo. —¿Quieres contarme qué pasó? —Preguntó, con voz suave, lo suficientemente gentil, como para hacerme llorar. —Todo estará bien, Reumie, no tienes porque llorar.

—Duele, mamá. —Solloce, con voz rota. —Mi corazón, duele, lo he arruinado todo.

—Esta bien, AhReum, sea lo que sea lo arreglaran. —Ella sonrió, tratando de reconfortarme. —JaeHyun y tu siempre han estado juntos, ya verás cómo arreglan las cosas, deberías arreglarte un poco, y lo llamas. —Me levanté de golpe, con notable molestia. —No te preocupes por el teléfono, puedes comprar otro.

—No lo entiendes. —Camine hacia el baño, cerrando la puerta de a golpe.

Todo era JaeHyun.

¿No me podía dejar en paz?

¡¿No era suficiente con todo lo que estaba pasando?!

Peine un poco mi cabello, me puse un par de zapatos, y salí de casa, ignorando los regaños de mamá por lucir como pordiosera.

(...)

Toque el timbre, moviendo mi pies con desespero, esperando que hubiera alguien en casa.

—Oh, AhReum. —La señora Lee abrió la puerta de la residencia, mirando con sorpresa. —TaeYong...No est-

—¡Mamá! ¡Creo que ese arroz se... –El rubio se detuvo frente a la puerta al ver que yo estaba frente a esta. —¿Qué haces aquí?

—¡TaeYong! —Su madre lo reprendió ante su grosera respuesta.

—Necesito tu ayuda.

—No. —Su madre golpeó su brazo, pero este la ignoro. —No hay nada en lo que te pueda ayudar, ya te puedes ir.

—No me has dejado decirte en que. —Mire al suelo, escuchando como  bufaba.

—Tampoco estoy interesado en oírte, gracias por la visita, de todos modos. —Y sin más, cerro la puerta en mi rostro.

No se que esperaba de él, lo sabía, TaeYong no era mala persona, solo era muy directo.

Camine hasta llegar a mi casa, porque no había traído dinero conmigo.

Min AhReum tomando malas decisiones.

Nada nuevo.

Reí levemente, por mi propia desgracia. Al llegar a casa, papá estaba en la sala, negó con la cabeza al verme cruzar por la puerta.

—Min. —Su tono me indicó que mamá ya le había soltado todo el cuento. —Creo que ya estás bastante grande como para que te comportes de esa manera. —Se cruzó de brazos, mirándome con desaprobación.—Siempre has hecho lo que te da la gana, lo mínimo que te pido es que vayas a la universidad, y mantengas el promedio, no quiero a una hija mediocre. YoonOh no esta en tu facultad, así que no tiene sentido que no asistas por huir de él. —Y vamos de nuevo con JaeHyun de por medio. —Tu madre te llevará a la peluquería para que hagas algo por ese cabello. —Ajusto sus lentes, y devolvió su atención a su teléfono. —Con razón el chico está molesto contigo, nadie quiere a una novia así, AhReum.

Asentí en silencio y subí a mi habitación.

Tal vez era mi culpa, por no contarles la realidad de las cosas. Que JaeHyun y yo nunca habíamos tenido una relación de verdad, que solo me usaba para su beneficio y que yo me dejaba utilizar.

Papá tenía razón.

Nadie quería una novia así.

Mentirosa, infiel, hipócrita, masoquista, y sin opinión propia.

Pero ya era muy tarde para cambiar.

Ahora solo me quedaba rogar perdón, a la única persona que alguna vez me quiso de verdad.




Morosis; Kim DoYoung; LS#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora