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Toqué la puerta repetidas veces, escuché una respuesta del otro lado avisándome que alguien se acercaba

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Toqué la puerta repetidas veces, escuché una respuesta del otro lado avisándome que alguien se acercaba.

—¿En qué le puedo...— El tono del menor se fue apagando en cuando vio mi rostro, se rasco la nuca nervioso, dio un vistazo hacia atrás procurando que no hubiera nadie cerca.—Lo siento, pero no quiere verte.

—Jeno, ¿Quién está en la puerta?— El sonido de unos pasos retumbó por todo el lugar, al verme, JaeMin hizo una mueca de disgusto bastante notable.—Es mejor que te vayas.

—Por favor.— Rogué extendiéndole el sobre que tenía entre mis manos.—¿Le puedes dar esto? Es la última vez, lo prometo.

Jeno miró mis manos por unos segundos antes de voltear a ver a JaeMin, el mismo se acercó y tomó la carta para darse la vuelta y dirigirse hasta la cocina. Podía a adivinar que se encontraba molesto por la forma en la que había arrebatado el papel de mis manos, sin embargo, la expresión de Jeno, a diferencia del peliazul, era más suave y comprensiva.

Con la intención de darme la vuelta para regresar por dónde había venido, fui detenida por la voz de Jeno.

—Espera.— El menor salió de la casa para acercarse a mí.—AhReum, yo...— Desvió la mirada hacia un lado, evitando el contacto visual.—Lo siento mucho.

Abrí los ojos con sorpresa. —¿Por qué te disculpas?

El menor miró hacia atrás para estar seguro de que nadie lo escuchaba. —Siempre he pensando que las personas tienen sus motivos para hacer las cosas, buenos o malos, los tienen.— Se detuvo momentáneamente, seguro pensando si lo que me estaba por decir era correcto.— Los tuyos fueron más malos que buenos, pero estoy seguro de que en algún momento quisiste a mi hermano.

—Jeno, yo...

—No tienes que decir nada.— Negó con la cabeza varias veces.— Por eso te pido que dejes de enviarle cartas, él solo... Las lee y las desecha. Es lo mejor para ti, y para él.

Me quedé en silencio por unos segundos, sabía que el menor tenía razón. Había pasado un mes desde las sucesos en el restaurante, yo seguía esperando que DoYoung me perdonará. Sin embargo, la realidad se alejaba mucho de lo que quería.

Vine repetidas veces a su casa con la poca dignidad que me quedaba, dejándole cartas, esperando que las leyeras y logrará perdonarme en algún momento.

Por yo, Min AhReum, solo quería ser perdonada.

—Gracias, Jeno.—Le sonreí con tristeza, acomodando mi bolso sobre mi hombro.— Será la última vez, no te preocupes.

—No me agradezcas.— El menor entro nuevamente a la casa.— Lo hago por DoYoung.

Una vez la puerta fue cerrada, me di vuelta y empecé mi camino hasta mi hogar.

Reconocía que mis acciones no habían sido las mejores, mis acciones habían sido pésimas. Ahora, me encontraba buscando un perdón que nunca recibiría porque no lo merecía.

Morosis; Kim DoYoung; LS#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora