Cap.9

793 130 36
                                    

El día de hoy era uno de esos días en donde particularmente nada salía bien.

Era como si el destino se hubiera encargado de maldecir este día para el castaño.

Su fabuloso día comenzó con un sin fin de punzadas en su cabeza.

¿Por qué?, porque a los señores de construcción y vialidad no se les ocurrió mejor día para arreglar la calle.

Específicamente, la calle justo en frente del departamento del menor.

El sonido de taladros, máquinas y retro excavadoras lo hicieron levantarse de golpe de su muy cómoda cama.

Pero eso no fue lo peor, al mirar por el rabillo de sus ojos la hora en su reloj, aún le faltaban 20 minutos para levantarse.

En ese momento algo sulfuró en su interior, porque de todas las cosas que podía odiar en el mundo; casi todas relacionadas con el pelinegro, una de las que no tenían relación con Perth, era despertar antes de que sonara su despertador.

Para él eran minutos perdidos de sueño valioso y vital, ya que no tenía caso volver a dormir por que simplemente no podía conciliar el sueño otra vez.

Se levantó con pesar de su cama, corrió las persianas y pudo notar qué cosa lo había despertado de golpe.

Lanzó unas maldiciones por la ventana, probablemente con la seguridad de que no lo iban a escuchar ya que las máquinas hacían mucho ruido, pero al parecer no fue así.

Mientras lanzaba insultos, los hombres dejaron de utilizar las máquinas por unos segundos para descansar y miraron hacia arriba, notando evidentemente los fuertes gritos e insultos de una persona asomada 7 pisos más arriba de sus cabezas.

El castaño quien tenía la vena de su cuello inflamada de tanto gritar se dio cuenta que los trabajadores tenían sus rostros alzados. Mirándolo, a él.

"Oh, no."

"Diablos..."

Y ocultó su cabeza como una avestruz dentro de la ventana, cerrándola de paso junto a las persianas.

Se quedó allí de pie sorprendido, pensando si quizás ellos habían escuchado la sarta de insultos y barbaridades que había estado gritando por varios minutos.

Soltó un bufido y revolvió su cabello, definitivamente esto era un punto menos para comenzar bien el día.

Caminó casi arrastrando los pies al baño, tiró su pijama al suelo y se metió a la regadera dejando que el agua recorriera su cuerpo desnudo.

Luego de unos minutos en la regadera salió a cambiarse de ropa, fue a la amplia cocina directamente a su cafetera; amaba el café por la mañana.

Eso recomponía su día.

Pero lamentablemente no había café. Buscó en la alacena, nada.

Buscó en todos los lugares posibles, pero aun así no había caso; no había ni una pizca de café por ningún lado.

El castaño cerró sus ojos con fuerza y respiró profundo.

Debía controlar su irritación, se auto convenció de que llegando a la empresa bebería café.

Otro punto menos para su mañana perfecta.

Al salir del edificio, Saint procuró ocultarse y no mirar en dirección a donde los trabajadores estaban, sentía una vergüenza horrible de que ellos se dieran cuenta de que él era quien les gritaba como un maldito loco desde un séptimo piso.

Captivating Enemy [Adapt./PinSon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora