Cap.12

855 120 28
                                    

El arquitecto Siwat comía con muchas ganas, mientras Perth estaba sentado de piernas y brazos cruzados mirándolo comer.

Se le hacía agua la boca por esas alitas de pollo.

Mark lo miró de reojo y dejó de comer, en ese momento había centrado su atención en Perth mientras limpiaba con una servilleta su boca y sus dedos.

– ¿No piensas probar bocado?. –preguntó con su ceja alzada.

Perth solo lo miró y alzó su ceja de la misma forma, no dijo nada.

Mark soltó un bufido y enderezó su postura, lo miró fijo y dejó la servilleta sobre la mesa.

– Oye, ya deberías dejar de ser tan borde ¿No?. Te traje hasta comida, a ti te encantan las alitas de pollo.. –señalaba la pequeña cajita de pollo– Y no me vengas con que estás en plan de dietas y esas estupideces, ya te lo había dicho antes, estás perfecto como estás.

El pelinegro rodó los ojos y soltó un suspiro.

– Ya deja decir eso.

– Pero es la verdad –se encogió de hombros y tomó otra alita de pollo– No te he visto hace algún tiempo y aún luces genial –le guiñó el ojo y Perth bufó.

Pasaron unos segundos y Perth sentía que iba a morir si no cogía una alita, además de que Mark se las estaba comiendo todas. Miró fijo la caja y sutilmente se acercó a la mesa y cogió una.

Siwat lo miró de reojo y sonrió por la acción del pelinegro, pero lo que más gracia le causaba no era que al fin hubiera tomado una alita; no, lo que lo hacía reír era ese orgullo estúpido de Perth, ese de no querer quebrantarse ante nada, ni siquiera frente a una caja de exquisitas alitas de pollo; esas que tanto le gustaban.

– ¿Están buenas, no? –lo miró entusiasta.

Perth llevó la pieza de pollo a su boca y sintió que había sido lo más maravilloso del día, esa explosión de sabor y el alivio que estaba sintiendo, su estómago lo agradecía.

El pelinegro solo articuló un "Mh" dándole la razón a Mark, sin dejar de comer.

El arquitecto Siwat lo miró y esbozó una pequeña sonrisa.

Perth Tanapon podría haber bajado muchos kilos, podría haberse convertido en el tipo más sexy, más arrogante y ácido; pero a los ojos de Mark seguía siendo el mismo Perth regordete que amaba la comida.

Mientras más lo miraba comer, se le hacía adorable, le hacía recordar tanto cuando era un mocoso.

Pero a su vez mientras esos recuerdos le invadían, venía nuevamente esa punzaba en su pecho, esa que le hacía recordar también lo maldito que había sido con el pelinegro y lo injusto que había sido al tratarlo como lo trató; arrepintiéndose como lo llevaba haciendo hace años por su conducta miserable.

Verlo ahora le daba tranquilidad, él ahora estaba bien, se suponía que estaba haciendo las cosas que quería, pero Mark no era estúpido y durante aquel tiempo que había compartido relación con Perth, lo aprendió a conocer más de lo que imaginaba y sabía que algo no andaba bien.

El pelinegro era alguien que se irritaba con facilidad, pero Mark podía deducir a la perfección que actualmente las fibras nerviosas de Perth estaban más alteradas de lo normal y eso le olía a un solo responsable.

– ¿Cómo van las cosas con Saint?. –preguntó desinteresadamente mientras comía.

– Normal, como siempre.

– Esa es una respuesta aburrida.

– Lo siento, pero no todos son divertidos como tú –dijo con sarcasmo acompañado de una sonrisa falsa.

Captivating Enemy [Adapt./PinSon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora