Cap.15

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Saint dormía profundamente, estaba tan cómodo que se retorció un poco en su lugar y acomodó la acolchada y suave almohada. Todo bien hasta que su cerebro hizo todas las conexiones posibles y abrió sus ojos de golpe.

Con sus ojos enormes observó las cortinas blancas que cubrían el gran ventanal y de paso logró darse cuenta que afuera estaba oscuro y tragó saliva, sintió como una pequeña y escurridiza gota de sudor corría desde su frente hasta su mejilla.

Paralizado, solo atinó a girar su cabeza y lo que vio lo hizo cerrar sus ojos con fuerza y maldecirse internamente.

Perth estaba durmiendo a su lado con el torso completamente desnudo, solo la negra y sedosa sábana le cubría sus partes intimas y una pierna.

El castaño volvió a tragar saliva, era una visual demencialmente tentadora, llevó una mano a su rostro y la restregó en ella como si haciendo eso pudieran salir los recuerdos que se le comenzaron a venir a la mente.

Intentó moverse y sentarse en la cama silenciosamente, pero de pronto un dolor salvaje arremetió en su parte baja; específicamente en su trasero.

– Diablos.. aish.. –haciendo una mueca de dolor- Maldición, esto duele.. –decía llevando una mano a su trasero mientras hacía un leve puchero.

Miro nuevamente al pelinegro, específicamente como dormía.

Tan hermoso, pensó para si mismo, pero tan idiota.

Soltó un suspiro de resignación, todo lo que había pasado era algo que muy internamente quería, quizás para saciar sus dudas; su intriga sobre el cuerpo del pelinegro, o para restregarse en su propia cara que solo era atracción física y sexual; que no había nada más meloso detrás de todo eso.

Pero eso no lo dejaba conforme, por el contrario, se odiaba por haber sentido lo que sintió, se detestaba por haber disfrutado tanto; por haber querido más, por sentirse estúpidamente feliz, cuando él sabía que para Perth solo era sexo y nada más.

Quizás el castaño sintió un poco de decepción, idiotamente sulfuraron en su interior esas ganas de tener siempre ese cuerpo sobre él; las ganas de ser tratado con delicadeza para después ser tratado con rudeza, sin perder ese hilo conductor de la pasión y las eternas caricias que había recibido su piel horas antes.

– Demonios... –dijo casi en un susurro y agachó su cabeza para revolver sus cabellos.

Entre eso, el pelinegro comenzó a moverse estirado sus brazos lo más que podía, mientras soltaba un quejido aún medio adormilado.

El castaño se quedó quieto, no movió ni un musculo y solo miró de reojo en la posición en la que se encontraba.

Perth talló sus ojos y se sentó en la cama, al parecer sin darse cuenta de quien tenía a su lado, miró su habitación pestañeando un par de veces y vio ropa tirada en el piso que evidentemente no era suya.

Tragó saliva con dificultad y cerró sus ojos con fuerza.

Maldición. Fue lo único que se dijo cuando volteó su cabeza robotizadamente para luego encontrarse con Saint quien lo miraba de reojo con su cara apoyada en sus rodillas.

Pegó un sobresalto en su sitio y abrió de más sus ojos, lo que veía era evidente, no era necesario preguntar absolutamente nada.

Saint estaba desnudo, cubierto por las sábanas y con el cabello tan alborotado como si le hubiera pasado un huracán por encima.

Tragó saliva como nunca, verlo así lo hacía embobarse cada vez más, era el idiota más hermoso que habían visto sus ojos.

– ¿Buenas tardes?.. –dijo Saint un tanto inseguro.

Captivating Enemy [Adapt./PinSon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora