Cap.19

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Saint pasó y se sentó en el sofá, Perth un tanto sorprendido por la repentina visita del castaño se paró un poco alejado del sofá y rascó su nuca un tanto confuso, no sabía que decir ni que esperar de todo esto.

El menor miró al pelinegro y fue allí cuando analizó que este otro solo andaba con unos pantalones de chándal y nada más, su torso estaba al descubierto y podía ver a la perfección sus abdominales marcados y esa piel canela.

No quiso ser evidente, pero tenerlo así tan cerca de él, no le era de mucha ayuda; más si sus hormonas habían estado durmiendo desde la última vez que estuvieron juntos.

El mayor pudo notar la mirada de Saint sobre él y como éste otro corrió la mirada y miró hacia el costado, aparentando no ser obvio, pero no lo había logrado.

Al menos Perth lo tomó desde otro punto de vista, recordó cuando el menor le escupió en el rostro que no tenía ni siquiera ganas de ver su cuerpo y fue en ese entonces cuando su ego fue golpeado después de tantos años.

Se sintió pésimo el recordarlo nuevamente y pensó que su cuerpo no era atractivo para Saint, entró un poco en pánico y cubrió con una mano su torso, ahora estaba incómodo.

Sinceramente la confianza que él se tenía con respecto a su buen físico, en ese preciso momento se había ido por la borda y como si se tratara de una adolescente gorda que acababan de ver desnuda, se apresuró hacia su habitación para encontrar la remera más ancha que tenía, bajo la mirada confusa del menor quien lo había visto desaparecer rápidamente por el pasillo.

Una vez que volvió el castaño le agradeció mentalmente, estaba crispando sus nervios verlo allí semi desnudo, era casi como una tortura, mientras que el mayor sintió como si le cayera un balde de agua muy fría a ver el poco perceptible rostro de alivio del menor; pero si lo había notado.

El pelinegro se acercó un poco y lo miró extrañado, no entendía que hacía el castaño allí callado jugando con sus dedos, miró de reojo el reloj que estaba en la pared y efectivamente Mark ya no llegaría, era muy tarde y el arquitecto si no llegaba dentro de los diez minutos de atraso, simplemente no llegaría, Perth lo conocía bien.

– ¿Qué te trae por aquí?. –preguntó Perth mientras se sentaba en el sofá de enfrente.

– Yo solo pasaba por aquí –dijo intentando sonar desinteresado, aunque en realidad estaba muy nervioso, no sabía justificar su presencia en ese departamento.

– Ya veo... –musitó. Luego se levantó de donde estaba sentado llamando la atención del menor– ¿Quieres algo de beber?. Tengo té, zumo, café y cervezas –señaló con su dedo la cocina.

– Está bien. Una cerveza.

– Buena elección.

El pelinegro se dirigió hacia la cocina y mientras desapareció por esos instantes, el castaño comenzaba a pensar qué demonios iba a decir.

Estúpidamente corrió todo el camino hasta allí sin haber pensado ni siquiera en una excusa viable.

Soltó un suspiro y en eso regresó Perth con ambas latas de cerveza en sus manos. Le entregó una y volvió a sentarse en el sofá de en frente, la abrió y comenzó a beber rápidamente, Saint le siguió de la misma forma.

Pasaron unos segundos en los cuales todo estaba en silencio, ninguno de los dos hablaba, a ambos se les estaba haciendo bastante incómodo y sobre todo porque siempre cuando ocurrían tiempos muertos como ahora lo era, todo se transformaba y terminaban devorando sus labios de alguna forma u otra.

– ¿Vienes por algo del proyecto?. Ayer por la noche te envié todo lo que faltaba, no deberían de haber pendientes.

– Si, lo vi anoche. Están bien, todo en orden –bebió de su cerveza.

Captivating Enemy [Adapt./PinSon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora