Capítulo dos.

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Llegó al restaurante temprano como siempre acostumbraba, acomodó su suéter, el día había amanecido nublado y frío, no le agradaba demasiado, prefería el calor, pero debido a los golpes y a que tenía que cubrirse siempre con blusas de manga larga, suéteres o sudaderas, el frío parecía ser su mejor opción para no levantar tantas sospechas.

Vio a Ben hablando con Max, ella se había preguntado muchas veces que había pasado entre ellos, el sheriff veía a su jefe como si fuera el hombre más especial del mundo, podía ver el amor y el anhelo en sus ojos siempre que estaban cerca, pero Ben parecía alejado de todo eso, aunque podía ver que trataba de ocultar las cosas. Suspiró, ella no debería entrometerse en los negocios de los demás, pero Ben parecía muy solo, a ella no le importaban sus preferencias sexuales, lo único que quería era que fuera feliz y que el semblante de soledad y nostalgia se fuera de su rostro.

Comenzó a limpiar las mesas, se centró en su trabajo, ir todos los días al restaurante había sido su salvación, principalmente porque se alejaba de su padre, de su abuelo, de todos los problemas que tenía en su casa.

Las personas comenzaron a llegar poco a poco, los Bisen no pasaban tan seguido por el restaurante, sobre todo ahora que la tía de Alice cocinaba para ellos, de cualquier forma, ella los veía todos los días.

El sheriff se despidió, ella se mantuvo ocupada con las órdenes del restaurante, Esteban y ella no habían tenido nada de ayuda después de que Alice dejara de trabajar, algunos chicos ayudaban algunas horas en la semana o los fines de semana, pero no era del todo suficiente.

Para cuando el medio día llegó, sus piernas punzaban y dolían. Vio a Frank entrando, se sentó en la barra a platicar con Ben, el chico era bromista, siempre estaba sonriendo, riendo y haciendo bromas. Siempre que estaba en el lugar, tenía riendo a Ben como un loco.

Se acercó a la barra, el chico fijó su atención en ella.

— Isaac me pidió que viniera por ti —dijo Frank, acomodándose en la barra.

— Dame dos minutos para vestirme.

Se adentró al almacén, se observó en el pequeño espejo colgado en la pared, había días en los que su cuerpo no tenía ni un solo moretón, ni un solo golpe, no se sentía adolorida, pero había otros en los que apenas podía levantarse de la cama. Alice la había visto en uno de esos días, había sido uno de los más vergonzosos de su vida, que alguien descubriera lo asquerosa que era su vida, pero la chica había sido muy discreta con ese tema, aunque siempre la interrogaba sobre eso, valoraba mucho que no dijera nada.

Terminó de vestirse, tomó su pequeña mochila y salió.

Su relevo había llegado, era un chico quizás de unos dieciocho años, se veía amable y tímido, pero era muy activo y bueno trabajando, tan pronto como entró, comenzó a atender las mesas.

— Listo.

Frank la miró y asintió, se despidieron de Ben y salieron rumbo a la camioneta.

— Ayer vine a recogerte también, pero no te encontré.

El chico comenzó a conducir en dirección al rancho, el día anterior le había dicho a Alice que no podía ir al rancho, estaba bien pues era el día de descanso de su tía y ella no se quedaría sola. Asintió.

— Tuve algunas cosas que hacer.

— Sí, vi cuando te fuiste.

Se giró para verlo, Frank seguía viéndose amable a pesar de que acababa de decirle que la vio yéndose con los gemelos, sabía que Frank los conocía, él más que nadie sabía lo que habían hecho los tres el día anterior. No le importaba mucho, aunque, por alguna razón, se sentía incómoda, como si no estuviese bien hablar sobre eso frente a él.

K E L L Y  #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora