Lienzo Color Pasión [TERMINADA]

Capítulo Final

"Hay monstruos que nacieron con un corazón puro, hasta que otro monstruo apareció y el amor lo envenenó."

Era un día de otoño... ¿o era invierno? No tenía recuerdo de la última vez que había podido ver el exterior. ¿Cuánto tiempo había pasado? Mi mente estaba en blanco como la última nevada que pude ver. Sabía que estábamos en los últimos meses del año porque mis pies estaban helados y mi cuerpo temblaba, pero ni siquiera podía sentir el frío completamente porque mi cuerpo ya no detectaba dolor u otra molestia.

No, no había nada en mi mente... estaba congelada, perdida.

Muerta.

¿Cuándo iba a aprender que la maldad estaba en todos? Hasta en las personas que juran amor. Si no tuvieran maldad, nunca dejarían de amarte. O simplemente nunca te amaron de verdad. ¿Pero por qué hablo de amor cuándo no sé qué es eso? No puedo amar. Nadie como yo puede amar.

¿Y si el amor sólo es otra mentira? Tal vez nunca los amé... Tal vez sólo fue mi mente creyendo que sí.

Mi corazón era inservible para mí. Tenía muchas emociones, pero cambiaban de un momento a otro, dejándome confundida y sin saber cuál era cierta o no.

—Brook, ¿puedes ir a dejarle la bandeja de comida a Laila?

Aparte la mirada de la ventana para ver de dónde provenía la voz y asentí lentamente sin poder negarme a su petición por mucho que odiaba bajar al sótano.

Estar allí abajo era tener que lidiar con otra muerte, aceptar que nuevamente había fallado al confiar en la persona que decía amarme y que iba a ayudarme. No me quería, no iba a ayudarme en nada, sólo me quería como a su asesina para no mancharse las manos.

Y bien, lo logró. Cargaría con otra muerte en mi conciencia. Pero ¿Qué más daba una vida más o una vida menos? Quiero creer que hasta le hice un favor a Laila, incluso a Zev. ¿Quién puede vivir feliz al estar enamorado? Les ahorre un dolor en el corazón.

¿Cierto?

Tomé la bandeja con el plato de un duro pan y lo que parecía ser un pedazo de carne, uno muy seco y con las orillas chamuscadas. Antes de salir de la cocina, eché un ojo sobre los papeles que estaban encima del comedor.